El agradecimiento a los servicios sanitarios está siendo aplaudido y jaleado públicamente en estos días de la epidemia del coronavirus. No es para menos al comprobar la entrega del personal instruido para salvar vidas y avanzar más en la lucha contra el dolor. Aprovecho la circunstancia para aportar mi caso, y de paso reconocer los avances médicos y agradecer la labor sanitaria. Durante días estuve con mis dos manos en carne viva por unas graves quemaduras. De la primera cura ni me di cuenta porque estaba grogui, pero recuerdo que solo pensar en las siguientes me agobiaba porque imaginaba el dolor de quitar y volver a poner unas vendas que yo sospechaba adheridas a la carne viva de dedos y palmas de mis manos a modo de guantes. Afortunadamente fueron imaginaciones vanas ya que las vendas salían con facilidad, estaban impregnadas en una sustancia, pienso que era una vaselina, que evitaba la adherencia, además minutos antes de las curas diarias me inyectaban algo que me colocaba en un estado de placidez mientras se realizaba la cura diaria de las manos, serenidad que luego desaparecía para volver a la realidad, pero que yo recordaré siempre. Por eso, bienvenidos y ampliados sean los avances y servicios médicos.