Sí, ese me parece el diagnóstico acertado, no el otro. No, el Estado no ha fracasado porque el Estado son sus Fuerzas y Cuerpos de seguridad, sus Fuerzas Armadas, su sanidad pública y la heroica legión de sanitarios, y los servidores públicos que están en sus puestos o trabajando desde casa. Y donde los servicios públicos no funcionan es porque así lo ha establecido el decreto que declara el estado de alarma. Pero también funcionan, y muy lejos de fracasar, los poderes y administraciones autonómicas y locales y sus servicios públicos que también son Estado. Listos estaríamos si no funcionasen. Y está funcionando la sociedad. Con disciplina y mucho humor. Y con gran dedicación funcionan día y noche los trabajadores y las empresas que siguen proporcionándonos lo esencial. Y ha funcionado la generosidad de muchos, la de Amancio Ortega como otras veces. No se puede dejar de hacer un reconocimiento a todos ellos, faltaría más.

Quien ha gestionado con retraso y poca diligencia ha sido el Gobierno que preside Sánchez. No digo fracaso que es un término muy fuerte y creo que inapropiado para designar los desaciertos del Gobierno en la gestión de la situación. Si hubo permisividad interesada con las manifestaciones del 8 de marzo o si todavía andamos escasos de las herramientas que son precisas en estas circunstancias es porque hubo imprevisión y poco rigor en el análisis de la situación vivida antes en China y en Italia. Porque hubo desatención hacia los avisos, que los hubo, de algunos organismos públicos y privados y de investigadores anónimos o reconocidos. Imprevisión, escaso rigor y desatención en quien dirige la política interior y exterior, en el gobierno. En el de Sánchez porque los gobiernos autonómicos con competencia plena, cuasi plena, en sanidad se adelantaron con medidas drásticas, ahí está el cierre en todos los niveles educativos o la suspensión de eventos multitudinarios. Los gobiernos autonómicos han estado a la altura y siento no poder decir lo mismo del gobierno central cuyo presidente y varios ministros lo son desde la moción de censura de 2018.

Y fracaso absoluto, aquí sí, del comportamiento político del gobierno porque Podemos e IU están en el gobierno porque así lo quiso Sánchez. Que Iglesias, un vicepresidente se salte la cuarentena no es razonable porque su presencia era prescindible en el consejo de ministros que aprobó el estado de alarma. Su ego le lleva a ignorar aquello del cementerio de París, lleno de gente que se creía imprescindible, pero Sánchez debió como presidente exigirle que participara desde casa como hacen tantos ciudadanos con su trabajo. Para Iglesias cualquier circunstancia es útil para extraer réditos políticos partidistas y por eso su soflama en la comparecencia posterior con el ministro Illa en la que confesó su sorpresa y emoción por la contribución de la ministra de Defensa a las personas sin hogar. Iglesias también se sorprendió en su día, cuando el Rey se interesó por la salud de sus hijas recién nacidas y debe ser porque en su mundo de buenos buenísimos, el, los suyos y los trabajadores y trabajadoras, y malos malísimos, todos los demás, en su mundo, digo, no cabe que una ministra socialista y un Rey sean otra cosa que crueles y sin corazón. En fin Iglesias tampoco ha perdido la ocasión para arremeter contra la monarquía aprovechando la cacerolada de los suyos de la otra noche. Y para no quedarse atrás Garzón también comparece en la arremetida. Podemos, IU y el presidente Sánchez no dejan de quejarse de la crítica política del PP, Cs y VOX y de asegurar que no entran en debate político en la circunstancia actual. No es verdad que se abstengan de responder y provocar políticamente a la oposición. A veces con tanto sectarismo como ese de García Buitrón, ex senador de Podemos, pidiendo aislar como a virus a Casado y García Egea...pufff.