Llegados a este punto hay gente que empieza a sentir la presión del encierro como algo que afecta al cuerpo y al espíritu. Ya van demasiadas veces al cajón de la paciencia y por la ventana siempre el mismo paisaje. Los medios intentan entretener e informar en el mejor de los casos, o desinformar escorando hacia los intereses de los políticos de los cuales vienen siendo subsidiarios, en el peor. Ahora que está la población confinada en casa los más desaprensivos aprovechan la ocasión para que se les escuche, de tal forma que cuando se les hace una pregunta responden con un mitin largo y plañidero sin responder nada inteligible, pero que rellena el tiempo. Desde casa se recuerda con nostalgia los largos paseos y caminatas, se piensa en viajes que nos acercan a los seres queridos, a los amigos, a los lugares elegidos por infinitos motivos. Y se reflexiona mucho en posibles planes, pero sin atreverse a hacerlos. Ya se harán. Cuando vuelva la libertad.