Las tropas de Asad, Siria, emprendieron a finales del pasado año una vasta ofensiva, respaldada por Rusia, para reconquistar esta región, la región de Idlib, mientras Turquía reforzaba los bastiones rebeldes. El presidente Erdogan no dudó en invadir esa parte de Siria con el pretexto de protegerse contra los kurdos, acentuando así el éxodo de cerca de un millón de sirios que huyen bajo la lluvia de bombas en busca de un imposible lugar seguro. Ante las pérdidas sufridas en los últimos días, Erdogan ha decidido abrir sus fronteras para que salgan los refugiados sirios, en represalia por la inacción de Europa ante el conflicto. Ahora son las fronteras de Grecia las que están conteniendo las primeras oleadas de refugiados que Turquía mantenía gracias al acuerdo económico firmado con Bruselas, que ahora puede saltar por los aires. Mientras tanto, millones de refugiados sufriendo en la frontera y sin conocer una posible salida a su situación.