El barómetro psicodélico del CIS sobre la política en la España del coronavirus propugna medidas tan deliciosamente democráticas como "remitir toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales". Quienes mantengan la credulidad, se enterarán además de que a Pedro Sánchez no le va tan bien, a Pablo Casado no le va tan mal y, sobre todo, que Pablo Iglesias se lleva las bofetadas. Un futuro sondeo debe incluir la pregunta "¿cree usted que las cifras de muertos del Covid-19 están ligadas a la llegada de Podemos al Gobierno?". Y se puede avanzar sin atisbo de duda que se obtendrá un sesenta por ciento de respuestas afirmativas.

El eslabón del CIS sintetiza el mayor asalto a la libertad de expresión desde la muerte de Franco, a cargo de un Gobierno que ha ocupado con profusión de uniformes todas las posiciones del terreno de juego. Con la garantía de que Iglesias recibirá el castigo correspondiente al Ejecutivo en su conjunto. Alguien debió recordar al PSOE de Tezanos que no matan las informaciones "poco fundamentadas" que el centro desea extirpar, sino la ausencia de ventiladores o el hacinamiento en residencias de ancianos. Sobre estos capítulos no se ha considerado pertinente interrogar a los tres mil ciudadanos sondeados.

Para tener a los españoles "muy controlados", en la impagable expresión de María Jesús Montero, el PSOE ha montado el Gobierno con más jueces de la historia. Hasta tres magistrados copan las carteras seminales de Interior, Defensa y Justicia, otra prueba de la insensibilidad acendrada de los tribunales contra la libertad de expresión. Este sesgo queda probado en miles de sentencias en que se especifica sin falta que la citada libertad "no es un derecho absoluto". En cambio, en las condenas por asesinato no se especifica nunca que "el derecho a la vida no es absoluto". El coronavirus ha infectado el régimen de libertades hasta el punto de que la policía decidirá en qué consiste la "información científica", mientras la ciudadanía se entretiene en aporrear al monigote de Iglesias.