Cuánto tiempo nos queda de confinamiento, de miedos -en especial por nuestros mayores infectados- de vernos inundados por noticias falsas de las que circulan por las redes sociales o utilizan sus señorías los portavoces parlamentarios? En la última sesión a la que presté atención conté alrededor de una decena, y eso solo por parte de la diputada Adriana Lastra.

¡Demos la respuesta obvia: la pandemia del Covid-19 terminará cuando un número significativo de personas adquieran inmunidad! La capacidad de nuestro sistema inmune para domeñar al virus se logra al sufrir el contagio y superarlo pero nadie sabe, en el caso que nos ocupa, cuánto puede durar ese periodo de protección ni cómo afecta a las personas mayores, con menor capacidad de responder a las infecciones. En lo que confiamos todos es en disponer cuanto antes de una vacuna.

Las vacunas, como se sabe, son el medio más eficaz que existe para evitar las consecuencias de las infecciones víricas que, en algunos casos, han diezmado a la población. Todos conocemos cómo gracias a la vacuna uno de los azotes por excelencia que ha sufrido la humanidad, la viruela, ha sido erradicada por completo (de paso cabe recordar que el término vacuna fue popularizado por Louis Pasteur como homenaje a Edward Jenner, descubridor de la enfermedad de la viruela en las vacas y del uso de la protección desarrollado por estas en la viruela humana). Ni que decir tiene que el primer laboratorio que logre la vacuna contra el Covid-19 se hará de oro. Pero como los muy rigurosos procedimientos que establecen los protocolos sanitarios para utilizar cualquier medicamento nuevo obligan a ensayos clínicos lentos y rigurosos, eso no es fácil que suceda antes de que pase cerca de un año. Quizá la alarma mundial recorte algo ese plazo; traía la prensa hace poco la noticia del investigador que ha arriesgado un millón de dólares apostando a que será autorizada de inmediato la venta de su vacuna en las farmacias sin los ensayos clínicos obligatorios pero, al margen de lo que roza la anécdota, los laboratorios chinos, estadounidenses y europeos -alemanes y españoles entre ellos- son los que parecen estar más cerca de una vacuna comercializable.

Destaca entre ellos el Laboratorio de Biología Molecular del Centro de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España. La doctora Isabel Solas Gurpegui, codirectora del laboratorio y experta desde hace décadas en coronavirus, sostiene que la crisis ha llevado a seguir numerosas vías para el desarrollo de las vacunas contra el Covid-19 y que la que ellos están completando puede lograr una mayor protección que las más adelantadas hasta ahora, la china y la estadounidense. El tiempo lo dirá pero con una reflexión final preocupante: nadie ha conseguido hasta el momento la vacuna contra otro coronavirus: el que causa el resfriado común.