Me sorprende que en la discusión sobre si dar o no a los estudiantes un aprobado general, a nadie se le haya ocurrido que también se puede resolver el asunto con un sobresaliente general, incluso con una matrícula de honor general. ¿Qué más da una cosa que otra? No seamos mezquinos. Algunos dirán que con un sobresaliente general se premiaría a los que no han estudiado. Pero con un aprobado se castiga a los que se han dejado las cejas. Tenemos la costumbre de jugar siempre a la baja, de regatear. Para muchos estudiantes, ese sobresaliente sería el único que obtendrían a lo largo de su vida. Les subiría la moral, creo, y dentro de unos años se lo enseñarían a sus hijos.

-Mirad, en el curso 2019 -2020 obtuve una matrícula.

Para entonces nadie se acordará de que en ese curso la obtuvieron todos y estaremos ante una generación que podría ser un ejemplo para sus descendientes.

¿Un ejemplo falso? De acuerdo, un ejemplo falso en un mundo en el que apenas quedará nada verdadero. Porque se habla mucho del calentamiento global y de la extinción de las especies, pero nadie se queja de la desaparición progresiva de la verdad, que está siendo sustituida por las verdades. Trump fue un visionario en esto: "No hay mentiras, sino verdades alternativas". Se trata de otro de los efectos secundarios de las sociedades de consumo. Si usted dispone de cien marcas de café entre las que elegir en el supermercado, ¿por qué que conformarse con una sola verdad? La lógica de la especulación financiera ha llegado tarde a este asunto, pero ha entrado con tal fuerza que cuando alguien denuncia una mentira es tachado de censor.

-¿A usted qué más le da que yo crea que la Tierra es plana?

-Es que no es plana.

-No empecemos con las verdades absolutas.

Ahora andamos a vueltas con el número de muertos por el coronavirus. Cada día se nos proporciona una cifra, pero no solo de los fallecidos aquí, sino de los caídos incluso en Wuhan o en París. Y todas, siendo diferentes, son ciertas, o todas son falsas, a gusto del consumidor. En tal contexto, por qué conformarse con un aprobado general. ¡Matrícula de honor, por Dios!