Les saludo hoy con los ecos todavía frescos de la jornada de ayer, 28 de abril, en la que se celebra todos los años el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el trabajo, auspiciado por la OIT, Organización Internacional del Trabajo, que tuve ocasión de visitar en Ginebra hace ya unos cuantos años. Un ámbito, el de la seguridad y la salud, que no puede estar más de actualidad, a raíz de la situación mundial por la pandemia de Covid-19, que se ha convertido en el tema al que se dedica la edición de este año, ampliado a las infecciones en general.

Y es que la del Covid es una realidad que dicta absolutamente el ritmo de la actualidad, condicionando nuestra forma de vida y nuestra forma de trabajar. Y que, seguramente, debería dejar el poso en nosotros de unos cuantos aprendizajes. Porque, si de algo sirven las dificultades, es para aprender. Ya saben ustedes que cuando todo viene bien dado es más difícil sacar recortes para el futuro. Pero cuando uno, ante la adversidad, ha de revisar toda su propia forma de proceder, individual y colectiva, aprende. Imagínense cuánto aprendizaje, pues, sacaremos de una situación a la que absolutamente nadie es ajeno. Y, cuando haya pasado el período más difícil, deberíamos incorporar el mismo a nuestra praxis, sin hacernos los remolones o practicar eso tan negativo que es siempre el olvido... Tengámoslo en cuenta.

Precisamente por eso la campaña de este año 2020 quiere llamar la atención sobre la adopción de medidas y prácticas seguras en los lugares de trabajo, sobre todo centrándose en el medio y largo plazo, con el fin de que se adopten las medidas necesarias para garantizar que todos los trabajadores desempeñen su labor de forma segura y sana. Y es que una cosa es un accidente, una desgracia, un problema que siempre puede estar ahí, y otra el hacer mal las cosas y, a partir de ello, que se produzca un contagio de una infección o incluso un accidente laboral, muchas veces de graves consecuencias. Los accidentes son imprevisibles e inherentes a toda actividad humana. Pero cuando se compran todos los boletos para la rifa, eso no es un accidente.

En relación con el Covid, las cosas van cambiando. Hoy mismo he estado en la farmacia y en algunos otros establecimientos, y el dispositivo organizado para proteger a los trabajadores y, consecuentemente, también a los clientes, es importante. Pantallas de metacrilato en el mostrador, pantallas de protección individual, solución hidroalcohólica, marcado de itinerarios y posiciones de espera, guantes... Toda una panoplia de elementos de protección que, los primeros días, brillaban por su ausencia. Lo mismo ocurre en los supermercados, en el mercado -al que también he ido hoy-, y también forma parte del arsenal de protección que exhiben muchos repartidores y, en general, el personal que sigue activo a día de hoy para asegurar que nuestro día a día funcione.

Pero todo ello no ha sido ni fácil ni automático. Conozco casos verdaderamente sorprendentes, en todo tipo de ámbitos, e incluso en los sanitarios, donde determinados trabajadores no tenían al principio acceso a medidas de protección muy básicas, o incluso se les discutían, tildándolas de exageradas. Y eso, desde una perspectiva de salud y seguridad en el trabajo, no puede ser. Evidentemente, siempre habrá accidentes y posibles problemas, y no en vano el sanitario -por ejemplo- es un ámbito en el que, por concentrar casos activos y por la propia dinámica de aplicación de las técnicas que le son propias, los contagios son muy altos. Pero repito, una cosa es que se produzca un accidente o que, a pesar de todas las medidas, algo falle, lo que en cierta medida es inevitable. Y otra, muy distinta, es ir a por ello.

Es fundamental que hagamos bien las cosas en cuanto a la seguridad en el ámbito laboral. Pero también en el personal, en el del día a día de todos y cada uno de nosotros. Y ahora que se empiezan a ensayar escenarios para el tiempo de desescalada de la infección por Covid-19, es fundamental que no olvidemos tal máxima. Y es que únicamente en la responsabilidad de las personas se basa un futuro mejor a medio plazo. Si la conciencia ciudadana es alta, y tenemos claro que del resultado de mis acciones se derivará la situación futura, tenemos posibilidades de salir adelante. Pero si esto es una feria, donde cada uno tome sus propias decisiones sin tener en cuenta a los demás, mala cosa. Si nos creemos que la seguridad y la salud hay que mimarlas y cultivarlas, y luchar cada día por afrontarlas con mejores perspectivas, bien. Y es que aquí, porque nos va la vida en ello, no debería haber espacio ni para la indolencia ni para la improvisación. Solo para la responsabilidad individual y colectiva.