En mi artículo de hoy, voy a servirme de la obra El arte de la prudencia de Baltasar Gracián, publicada en 1647, porque, constituyendo un verdadero manual para ejercitar una virtud tan importante como la prudencia, me va a permitir glosar algunas cualidades del ser humano. Y es que la prudencia, a pesar de que al parecer no goza de demasiado predicamento entre la ciudadanía, me parece hoy especialmente necesaria. Nos conecta con cualidades del espíritu tan relevantes como la templanza, la cautela, la moderación, la sensatez y el buen juicio, que, si siempre son relevantes, en estos tiempos convulsos y de crispación política, agravados por la reclusión forzada del confinamiento, son de importancia vital.

Lo que voy a hacer son simplemente unas apostillas personales sobre tres binomios sobre los que reflexiona Gracián que he elegido, entre otros muchos, porque se refieren a algunas de nuestras principales cualidades.

El primer binomio es "Carácter e inteligencia". Y sobre ellos nos dice Gracián que "uno sin otro es media buena suerte. No basta ser inteligente, se precisa la predisposición del carácter". La reflexión de Gracián es certera, pero, aunque habla de "buena suerte" parece plantearla como si cada uno de nosotros pudiera hacer algo por elegirlas. Tengo muy claro que en el azaroso momento de nuestra concepción no podemos elegir el grado de inteligencia: nacemos con la que nos toca en un reparto en el que nadie nos da vela. Otra cosa es el carácter, este sí podemos moldearlo. Aunque nacemos con un carácter que viene predeterminado por ciertos rasgos, en su conformación tenemos algo más que hacer. Y me atrevo a añadir que puede hacer más la mucha inteligencia sobre la mejora del carácter que un buen carácter por aumentar el grado de inteligencia.

El segundo binomio es "el saber y el valor" que según el autor "contribuyen a la grandeza". Afirma Gracián que "tanto es uno cuanto sabe, y el sabio todo lo puede. Un hombre sin conocimiento -añade- es un mundo a oscuras. Es necesario tener ojos y manos; es decir, juicio y fortaleza. Sin valor es estéril la sabiduría". En este segundo binomio, Gracián no se refiere a cualidades más o menos innatas como la inteligencia y el carácter, sino a dos virtudes que se pueden adquirir y , sobre todo, reforzar. El saber, entendido en el sentido de conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, es algo sobre lo que podemos actuar con el fin de incrementarlo en la mayor medida de lo posible. Sobre el valor, si lo entendemos como cualidad del ánimo que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar peligros, pienso que también es algo sobre lo que se puede trabajar durante nuestra vida. Y hasta hay quien sostiene que personas temerosas puestas ante circunstancias extremas realizan grandes actos de valor. Porque es como si existiera una especie de valor latente que explota y se hace patente ante las situaciones de gran peligro.

El tercer y último binomio es "aplicación y capacidad". Dice el autor "No hay eminencia sin ambas, y si concurren la eminencia es aún mayor. Es mejor conseguir una medianía con aplicación que una superioridad sin ella". Y añade: "no hay escusa para quien se contenta con ser mediano en la última ocupación pudiendo ser excelente en la más alta". En esto estoy completamente de acuerdo.

En una Tercera de ABC que publiqué en 2012, escribí "La vida supone, por tanto, tener prestado algo que no pedimos, la existencia; que es nuestra desde que la recibimos; y que habremos de rembolsar, en su día, a alguien distinto de aquel que nos la dio". Y añadía "Pero si nos ha sido prestada ¿qué vida tenemos que devolver? ¿Bastará con reintegrar simplemente el capital prestado o es necesario devolverlo con intereses?". Y mi respuesta fue que "aunque seamos una arena más del inmenso desierto que es la Humanidad, tenemos que aprovecharnos de todo lo que hicieron nuestros antecesores y contribuir a apuntalar el escalón de progreso que le toca a nuestra generación.

Dicho más directamente: el compromiso que tenemos con la Humanidad exige que desarrollemos y perfeccionemos nuestras facultades intelectuales y los valores culturales y éticos de nuestra época con el fin de construir nuestro mejor yo posible. Pero nada de ello será posible si la sociedad democrática y plural en la que vivimos no pone a disposición de los ciudadanos un sistema educativo universal, libre y gratuito que permita alcanzar aquellas finalidades".