En mi afán de tener temas para estos minutos, acumulo recortes de periódicos con sucedidos que me puedan servir para opinar sobre ello. De vez en cuando tengo que hacer limpieza porque se amontonan muchos o se trata de cosa pasada. Este sin embargo lo conservo desde el 22 de abril, y si bien la actualidad de la epidemia ha robado protagonismo a la peligrosa invasión de los jabalíes en las carreteras, por haber afectado uno de estos accidentes a un amigo lo mantuve en reserva hasta el día de hoy. Lo de mi amigo ocurrió de noche en una autopista, topetazo con un jabalí que se cruza inopinadamente -¿cómo se mete en la autopista?-, sin víctimas afortunadamente pero con el vehículo dañado destinado a una seria reparación. Pero no se pudo demostrar la realidad de lo sucedido porque no mató al jabalí, no había cuerpo del delito, y vete tú, con un manojo de pelaje apegostronado en la chapa del coche como única prueba a buscar el roto de la alambrada por el que se metió el bicho en la autopista. Parece broma, pero si chocas con un jabalí hay que darle bien, que no escape, matarlo y rematarlo para mostrar ante agentes de tráfico, de la autopista y de la aseguradora el cuerpo del delito.