A mediados del mes de mayo, el Gobierno ha dado luz verde a que los museos y centros de arte de nuestro país puedan abrir las puertas. Sin embargo, muchos han sido los comentarios habidos en cuanto a esta cuestión, y muchas las reacciones por parte de los responsables de estas entidades. ¿Cómo abrir manteniendo las medidas de seguridad establecidas por el Gobierno?, y, sobre todo ¿cómo mantener los ingresos con los que se contaban por la venta de entradas y número de visitantes?

Uno de los aspectos que hay que saber es que la gran mayoría de los museos españoles vinculados al Estado, autonomías, diputaciones o ayuntamientos, tienen un presupuesto anual determinado en función del número de visitantes. Este suele variar dependiendo del mayor o menor interés que el público manifieste por sus colecciones o exposiciones, por eso, los directores o responsables de estas entidades se preocupan, y mucho, porque el número de visitantes no descienda.

Esta fórmula de financiación, en principio, es coherente con las necesidades de cada entidad. Sin embargo, en algunos casos, favorece un tipo de prácticas de gasto al finalizar el año por parte de las instituciones para evitar una reducción en esa asignación que podrían tenerse por frívolas. No obstante, son realizadas en aras de no ver mermados sus ingresos para el año siguiente.

Después de esta explicación, es fácil entender todas las dificultades que los responsables de estos centros ven en la nueva casuística que se les abre con las medidas de control de público y salud. Las cuentas no les salen. Los proyectos a largo plazo se van retrasando y las megaexposiciones que enganchan a un público muy amplio quedan descartadas. Es necesaria una revisión profunda. ¿De verdad es tan necesaria?

Cuando en el siglo XIX las colecciones artísticas de un país se convirtieron en espacios de estudio, investigación y esparcimiento, estaban destinadas a un público minoritario. Es cierto que el nivel educativo de la población y las necesidades de esta no eran las mismas, y el acceso al arte quedaba relegado a unos pocos. Sin embargo, cada vez se fue viendo que la instrucción de la población solo traía beneficios a un país, por lo que estos espacios se fueron haciendo más universales en el acceso. Una universalidad que en los últimos treinta años se ha incrementado de tal modo, en especial en los grandes museos, que la finalidad primera para la que fueron creados: preservar y estudiar, ha quedado, en muchas ocasiones, relegada a un segundo plano.

Por eso, dentro de la adaptación que ahora se exige, hay una vuelta a la prioridad primera de los museos: preservar, estudiar y difundir las colecciones que albergan. Las exposiciones ya pasan a un segundo plano. La parte digital cobra mayor peso, por lo tanto los contenidos deben volcarse con todo rigor y cuidado, consiguiendo así que el museo asuma dos dimensiones paralelas y complementarias: una digital y otra presencial. La primera seguirá con esa parte más universalista que se había desbordado hasta la masificación en los últimos años, mientras que la segunda profundizará en el conocimiento, la investigación y la preservación de las piezas. Esta última sustenta a la primera, y no al revés. Por eso, quizá esa revisión de la que se habla, en realidad, se trate de una vuelta a los principios básicos de un museo.

Creo que durante estas semanas de confinamiento nunca se ha consumido tanto Arte, sea visual, musical, teatral, literario, etc. Ha sido, y es, un bien de primera necesidad. El Arte, en cualquiera de sus formas, consigue entrar y tocar lo más sensible del ser humano. Es una tabla de salvación entre tanto miedo, desconcierto e incertidumbre como el que estamos viviendo. Por eso la tarea de las entidades culturales es que se continúe trabajando en que sus contenidos tengan todo el rigor y fiabilidad para que lleguen a la sociedad, y eso no lo logra el número de visitantes ni entradas que se venden, sino los profesionales e investigadores que tienen a su cargo el cuidado de un patrimonio de todos. Quizá ahora, más que nunca, esa ley de mecenazgo estancada en su reforma, encuentre su camino para ser consensuada y aprobada por todos.