Hace poco un pescador fluvial de Santiago de Compostela rescató del río Sar una imagen la de la Virgen. El hecho tiene casi todos los ingredientes de poder llegar ser una noticia sorprendente; el hallazgo de una talla gótica en granito de la virgen sedente con el niño en su regazo, un modelo más de las conocidas sedes sapientiae pues la madre sirve de asiento a la sabiduría divina, imagen que ha pasado años y años semisumergida en el Sar, algo más caudaloso que el Sarela, los dos regatos que abrazan el sitio de Compostela. Ya lo supe desde el mismo lunes 15 de junio, pero un amigo lucense, haciendo carrera por los madriles, me adjunta la información del ABC por si no me había enterado. Se lo agradezco, y añado que es ocasión de alegría, y de contento, porque hemos rescatado de las aguas algo muy querido, la representación multisecular de la Virgen María en su advocación de Madre de Dios, que bendita sea. Y que de paso también nos sirve para desagraviar por el indocumentado, o rabioso, que desfiguró los rostros de Madre e Hijo queriendo además que desapareciesen tirándolos a un río. Pero no lo consiguió, la Virgen sigue y seguirá siempre con sus hijos.