Ayer tuve que ir a un polígono industrial. Toda persona que se precie ha de ir de vez en cuando a un polígono. Salvo si trabaja en un polígono, dado que entonces lo que tiene que hacer es ir de vez en cuando al centro. Había mucha actividad y bastantes naves con letreros en chino. Digo yo que era chino. También camiones a mansalva y dificultad para encontrar aparcamiento. Talleres, almacenes, industrias, pequeñas fábricas, tiendas, calzado, muebles, maquinarias, cocheras. Ferreterías inmensas, menaje. Con tanto ajetreo, y calor, algo perdido y muy sofocado, vi tirada en una calle la palabra mansalva. Bajé del coche y la recogí. La metí en el capó a mansalva y la subí luego a casa, no a mansalva y sí con cuidado. Mi intención era introducirla en este artículo y ya ha salido tres veces, que no sé si puede considerarse ya a mansalva. Cuatro.

En un polígono hay bares. Son bares de polígono. Es lo lógico. Me gustan. También me gustan los bares de puerto deportivo. Pero hoy quiero hablar de los de polígono. Te atienden rápido, hay de todo a buen precio, suelen ser espaciosos y si pides un bocadillo te ponen un bocadillo con las dimensiones adecuadas. No se extrañan de que quieras echarle mayonesa al bacon ni te regatean el aceite o el azúcar. Saludan. Las albóndigas no son industriales y sí redondas. Se practica la costumbre del carajillo.

El de ayer además tenía varios periódicos a disposición de la clientela, clientela que optó por dejarlos en paz, ahí en la barra, con lo cual quedaron libres para mí. Dirán ustedes que estaba en la gloria, pero en realidad estaba intranquilo por unas gestiones relacionadas con mi automóvil que había ido allí a realizar y mientras leía a un columnista que bramaba contra el verano y la filatelia, pensé en la posibilidad de vivir sin automóvil, pero claro, si no lo tuviera no iría de vez en cuando al polígono y a sus bares, en los que se habla de la vida y de política, del virus y del calor. Podría ir en autobús, pero ignoro si hay autobuses hasta allí, si tardan mucho y si son cómodos.

Además, sin coches no podría recoger palabras, al menos no palabras grandes y contundentes. Tal vez solo palabrillas, monosílabos, términos de dudoso uso o cosas de esas. Un fastidio. Un fastidio industrial.