Me da la impresión de que el miedo al contagio nos tiene acogotados, ahora más que en sus primeras manifestaciones del mes de marzo. Para mí que son más frecuentes recomendaciones como el "¡No olvides la mascarilla!" "¡Lávate las manos!". Se cumple aquello de que el miedo genera más miedo, y las noticias de los recientes rebrotes aquí y allá nos han excitado de tal forma que nos sobresaltamos ante unas toses repetitivas o un acaloramiento que no llega ni a décimas de fiebre. -¿Cuánto tiempo hace que estuviste en Foz?, me preguntó a bote pronto mi hermana cuando coincidí con ella en su lugar de veraneo y hablamos de visitar a unos parientes en una relativa situación de riesgo por una pasada intervención a una sobrina, y aunque había pasado ya una quincena de mi paso por la mariña lucense antes de los rebrotes, no hubo encuentro. En honor a la verdad y al recto actuar de mi hermana opino que no se trataba en ese caso tanto del miedo, que es una pasión que a veces ciega, como de un detalle de prudencia, cosa bien diferente, para no correr ningún riesgo ni meter una vana preocupación a otras personas.