Discutir sobre donación o préstamo es decir poco o nada; todo depende de las condiciones.

El presidente del Gobierno de España ha mantenido reuniones con su homólogo holandés para discutir el reparto de los fondos extraordinarios de la UE destinados a paliar los negativos efectos económicos y sociales de la Covid. La cifra no es baladí, pues hablamos de varios cientos de miles de millones de euros, concretamente de 750 mil millones, en un plazo de seis años.

Según las informaciones publicadas, se enfrentan dos posturas dispares, no tanto en el importe ni en la finalidad sino bajo que concepto se asignan esos fondos.

Para Holanda, que representa la posición de los países llamemos nórdicos, los fondos deben darse en concepto de préstamo. Para España, que representa los intereses de los países del sur de Europa, incluyendo Italia y Grecia, debe ser a título de donación, o fondo perdido. Naturalmente, se toman las posiciones extremas, pues ya comparten un sistema mixto, donde se distribuyen porcentajes según sean préstamos o subvenciones.

Como es sabido, la diferencia conceptual es radical y radicales son las razones que esgrimen unos y otros.

Conviene recordar que Holanda exige no solo la devolución de lo prestado sino la aplicación de reformas estructurales en nuestro sistema, lo que según sus propios valedores redundará directamente en beneficio nuestro. Contrasta con esa posición la del Gobierno español, que alega las condiciones extraordinarias de la pandemia, alejadas completamente de cualquier voluntad o culpa de nuestro sistema económico. Si lo normal sería un préstamo, ante situaciones extraordinarias, la respuesta también debe ser extraordinaria, lo que conduce a una donación o subvención a fondo perdido.

Resulta difícil para un comentarista español defender una posición contraria a los intereses españoles y, por tanto, criticar la tesis del gobernante español, máxime cuando se trata de recibir fondos extraordinarios, reivindicándolos fuera de nuestro territorio.

Sin embargo, entre las dos tesis extremas cabe una o varias vías intermedias, al margen de los porcentajes asignados, pues, como sucede casi siempre en la vida, los extremos no son los únicos poseedores de toda la razón.

Para empezar, donación o préstamo es decir poco o nada, aunque a priori parecen conceptos antagónicos y excluyentes, llevando el préstamo la peor parte y la donación la mejor, visto desde el lado español.

Pero fácilmente se comprende que una donación, con el compromiso de ser la última, cerrando otras en el futuro, es peor que un préstamo, digamos a 40 años, sin interés y con uno o varios años de carencia. El mercado hipotecario español ha conocido préstamos bancarios a tan largo plazo y ahí están cumplimiento su objetivo de fácil financiación.

Por consiguiente, todo depende de las condiciones. Abandonen, por tanto, los conceptos y discutan condiciones concretas y así llegaremos a un acuerdo razonable.

Por lo demás, exigir reformas tanto económicas como políticas, ya pedidas desde 2011 con poco resultado, léase las reiteradas transición energética y digital, sostenibilidad presupuestaria, reducción de la burocracia, disminución de la presión fiscal, gestión eficiente del gasto público, etc., no debe ser un punto de fricción, sino una oportunidad y un gesto de agradecimiento, que nuestro gobierno debe hacer suyas, pues, además de razonables y necesarias, su beneficio redundará no solo en nosotros sino en los demás países de la UE. Y las reformas, como las dietas de adelgazamiento, mejor si son recomendadas y controladas por un tercero.

Cuanto mejor nos vaya a nosotros mejor irá a los demás. Siempre es mejor la posición de quien ayuda de quien la necesita.