Aunque ya no hay restricciones ni impedimentos sanitarios, llevo tiempo sin pisar Burela ni Foz, localidades de la Mariña lucense donde se detectaron los primeros casos del rebrote que ahora nos asola, y puntos de la geografía gallega que antes visitaba semanalmente. Ahora no, y como yo muchos más. Se ha notado tremendamente el bajón turístico, y, en mi caso, las invitaciones para degustar el bonito en Burela esperan mejores tiempos. Aunque quizás no haya de esperar tanto, porque los avispados de aquella lonja han lanzado una campaña de degustación del bonito del norte junto con la merluza del pincho por la red de paradores de España. Es una forma de ofrecer otros atractivos cuando flojean los habituales; si no podemos ahora potenciar las playas, quede al menos en la memoria una de las delicias gastronómicas de la Mariña lucense. Me acordé que algo así, pero de otro género ocurre con Lanzarote donde el atractivo principal de sol, playas y dunas se alternan con parques maravillosos como el de César Manrique o el de Timanfaya y bastantes más, ofreciendo al visitante más posibilidades de disfrute. Ojalá sepamos sacar las virtudes de estas tierras para tener un abanico de atractivos a ofrecer a los visitantes.