Quizás nos pueda suceder que por un solo nombre descubramos un universo. Explico mi caso, y si sirve de referencia para situaciones similares me alegraré infinito. Estábamos hablando de quesos gallegos, y se me ocurrió citar el queso de tetilla; al instante me apostillaron que el más famoso era el de San Simón, nombre que nada más oírlo vinculé a una conocida marca de unos refrescos y vinos peleones, el del popular tinto de verano, para recibir, como si hubiese dicho una blasfemia, una rechifla general. -¡Qué no!, ¡qué estás confundido!, y me aclararon que el conocido queso de tetilla, con esa peculiar forma, -de ahí el nombre-, más famoso es el de San Simón apelativo de un queso curado originario del pueblo lucense de San Simón da Costa que se ahúma con leña de abedul. Pues ahora ya lo sé. Y con el nombre de Simón fijado en la mente fui repasando los pocos Simones que en ese momento me venían a la cabeza: Simón Bolívar, Simón Junquera -¿por dónde andará ahora este zamorano?-, la imagen de Fernando Simón presente en TV con la dichosa epidemia, la isla de san Simón en la ría de Vigo, el apóstol Simón, el rostro del cantante Simon que siempre vinculo con Garfunkel, etc. Ya digo, un universo.