Galicia y Asturias han dado un paso más en el recorrido común iniciado durante el anterior mandato autonómico de cara a reunir esfuerzos y potencialidades para hacer oír sus legítimas demandas con mayor energía. Alberto Núñez Feijóo y Adrián Barbón sellaron el pasado domingo en Oviedo una nueva alianza en defensa de un reparto más justo y equitativo de los fondos de cohesión previstos en el nuevo marco financiero plurianual 2021-2027 de la UE. Las comunidades de este cuadrante español, cuya lealtad con el sistema autonómico de solidaridad interterritorial está fuera de toda duda, no pretenden exigir un trato preferente ni arrebatar lo que en justicia corresponde a otras regiones. El Noroeste, gravemente aquejado por la regresión demográfica, merece al menos las mismas armas que el resto para competir en igualdad de oportunidades.

Que regiones como las del noroeste peninsular, hermanadas por la proximidad geográfica pero también por problemas de idéntico calado, colaboren en un ambiente de concordia y lealtad institucional alejado de banderías políticas es una necesidad acuciante. Así lo pusieron de manifiesto el domingo pasado en Oviedo los presidentes autonómicos de Galicia y Asturias, al anunciar que trabajarán en una propuesta conjunta para trasladársela al Gobierno central que permita un reparto justo de los fondos de cohesión, cuya cuantía permanece prácticamente estable para España.

Adrián Barbón ha decidido con tino continuar la senda desbrozada por su predecesor, el también socialista Javier Fernández, y mantener no sólo abiertos sino expeditos y diáfanos los canales de entendimiento con su homólogo gallego, el popular Alberto Núñez Feijóo, espantando cualquier asomo de diferencias ideológicas y localismos frustrantes. La suma es la operación aritmética que conviene a este momento crucial para ambas regiones, en medio de una grave alerta sanitaria que exige lo mejor de todos, administradores y administrados. El presidente asturiano ha ido más allá al plantear incluso la necesidad de acuerdos aún más amplios, no circunscritos a esta área geográfica, para suavizar las limitaciones fijadas a la hora de elaborar los presupuestos autonómicos, como el Ministerio de Hacienda ha hecho en favor de los ayuntamientos tras la rebelión a cuenta de los remanentes municipales.

El Noroeste español sufre taras comunes que afectan no sólo a Galicia y a Asturias sino también a Castilla y León y al norte de Portugal, una macrorregión poco tenida en cuenta pese a su enorme extensión. El despoblamiento, el envejecimiento de la población, el retraso en las infraestructuras o la pérdida de peso del Producto Interior Bruto de cada territorio lastran el futuro de estas comunidades, pero existen también fortalezas que, puestas en común, se agrandan y aún es posible ensanchar más por la vía de la cooperación y la multilateralidad, la cohesión y la lealtad mutua.

Hay datos a tener en cuenta a la hora de valorar el peso del Noroeste español en el concierto europeo. La mitad del tráfico entre la Península Ibérica y Europa proviene de estas regiones, cuyos gobernantes y organizaciones empresariales rubricaron en septiembre de 2018 una entente para hacer fuerza ante el Estado y la UE de cara a su inclusión en el corredor transeuropeo ferroviario que comunica Lisboa con Estrasburgo. En el ámbito del transporte, el Noroeste parte de una situación de desventaja respecto a otras áreas, como la mediterránea, pero dispone de una oportunidad histórica para salvar su secular aislamiento si llega unido y sin fisuras al reparto de los 42.000 millones de euros previstos en el programa "Conectar Europa", que entre 2021 y 2027 financiará actuaciones para alcanzar una red internacional de transporte de mercancías y de pasajeros que resulte moderna, segura y limpia. Los fondos se distribuirán en concurrencia competitiva. Por libre, comunidades como Galicia o Asturias tienen menos posibilidad de acceder a esas ayudas que si concurren con proyectos e iniciativas compartidas, rigurosas y viables.

No se trata de pedir más sino de no recibir menos en el reparto de los próximos fondos de cohesión, como coincidieron en apuntar el pasado domingo Feijóo y Barbón, en completa sintonía. El Parlamento Europeo amplió esta semana hasta los 35.000 millones de euros la cifra destinada a los llamados "fondos verdes", las compensaciones económicas a la descarbonización, sin duda otra buena noticia para propiciar una transición energética justa.

En esta hora crucial para Europa, una de las áreas geográficas más afectadas por el azote de la pandemia, la unión del Noroeste no es ya necesaria sino absolutamente imprescindible. El declive de estos territorios, que con tanta frecuencia han sufrido el olvido de sucesivos gobiernos, ha de tocar a su fin y evitar que la brecha con las zonas de España más prósperas se agrande. Es ahora o nunca el momento de emprender unidos la batalla del futuro, pues difícilmente habrá nuevas oportunidades ni tantos dineros de la UE para una modernización tantas veces aplazada.