Así como del aborto tuvo éxito el eufemismo, el disfraz, de hablar de una interrupción voluntaria del embarazo para tapar todo lo que hay de aberrante en la acción de quitar la vida a un ser inocente e indefenso, para la eutanasia -la provocación de la muerte, en otras palabras: la eliminación de un ser vivo- no me ha resultado nada fácil, porque si hablo de una muerte dulce, una muerte sin dolor, un final feliz, una muerte asistida, etc., en todos los ejemplos queda patente la realidad de la liquidación, y hay que evitar a toda costa ese término. Así que se me ocurrió lo de tránsito sin dolor, porque hay un cambio notable de este mundo al más allá, y lo que se busca es que no sea traumático, doloroso, como queda patente en la mayoría de los enfermos terminales. Pues para eso, sin necesidad de entrar en el tobogán de las sedaciones indebidas que muchas veces provocan una muerte de tapadillo, ni para causar mayores congojas en pacientes y familiares, para evitarlo ya existen los cuidados paliativos en cualquier hospital que se precie de serlo. Eso sí, hay que estar avisados y muy al tanto para, huyendo del ensañamiento terapéutico, no caer en la sedación abusiva y letal.