La ría de O Burgo, una joya medioambiental a la que la apatía política dejó morir durante décadas, afronta, por fin, un futuro menos oscuro que los lodos que la invaden. En el último mes, dos noticias han vuelto a generar esperanza para la recuperación y protección del enclave: el inicio de la contratación del dragado de la ría, emprendida por el Estado por más de 48,5 millones de euros, cofinanciados por la Unión Europea; y la suspensión de licencias urbanísticas en la fachada marítima, aprobada por el Ayuntamiento para acometer una modificación del planeamiento en la franja que va de la playa de Oza hasta el puente de A Pasaxe. Dos intervenciones en dos ámbitos diferentes, el medioambiental y el urbanístico, pero íntimamente vinculados, y de cuya correcta ejecución depende que la ría de O Burgo deje de quedar a espaldas de la ciudad y se convierta en protagonista de su desarrollo.

Año a año, con gobiernos de diferentes colores, populares y socialistas, el proyecto de dragado y regeneración de la ría de O Burgo aparecía en los Presupuestos Generales del Estado con una bochornosa partida de un millón de euros que fue repitiéndose durante años porque ejercicio tras ejercicio los diferentes ejecutivos eran incapaces de avanzar en el proyecto. Un sonrojante ejemplo, uno más de los sufridos por el área coruñesa, de lo fácil que es para los gobernantes prometer y lo complejo que les resulta ejecutar.

El Ministerio de Transición Ecológica, no sin una disputa administrativa previa con la Xunta, por suerte para todos ya superada, ha iniciado el trámite de redacción de las bases del concurso, previa a la licitación de las obras de regeneración. Con ser un paso importante, queda aún un proceso administrativo que suele ser lento y en el que debe exigírsele celeridad al Estado: licitar y adjudicar el concurso, y ejecutar la limpieza de la ría, unos trabajos con una duración estimada de 26 meses. Habrá que comprobar a final de 2021 si los veinte millones que el Ministerio destina el próximo año a esta actuación vuelven a ser un brindis al sol para embaucar a los ciudadanos o si el Gobierno es capaz de invertirlos en la ría.

La degradación medioambiental de la ría de O Burgo ha ido avanzando en paralelo a los planes urbanísticos para construir en su litoral, acompañados de paseos marítimos en Oleiros y Culleredo y, en menor medida, en Cambre. Esos tramos, anunciados por A Coruña también para As Xubias y hasta ahora sin ejecutar, buscaban un balcón al mar, pero no han sido más que ventanas a fango y lodos. La contaminación, además, ha devorado un gran espacio de marisqueo en el que, hace 40 años, llegaron a faenar, a pie y a flote, más de 2.000 personas, según la Asociación de Mariscadores. En la actualidad son 78 -49 a pie y 29 en barca- porque la productividad de O Burgo sufre una constante caída por los efectos de su contaminación y del furtivismo.

El entorno privilegiado de la ría de O Burgo debe disfrutar, además de la protección medioambiental, del cuidado planeamiento urbanístico. La suspensión de licencias para una reordenación de la zona es la segunda que acomete el Ayuntamiento de A Coruña en los últimos quince años, para intentar dar coherencia al urbanismo a pie de ría. En 2006, el Gobierno local, también manos socialistas, como en la actualidad, paralizó el trámite de concesión de licencias mientras acometía una modificación del plan para proteger este entorno. La decisión nació por la polémica surgida en A Coruña por la construcción de un edificio, cuyo esqueleto fue ya demolido, que superaba la rasante de la avenida de A Pasaxe, cerca del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera, y, por tanto, tapaba las vistas a la ría. La propuesta de ordenación, luego incorporada al nuevo Plan General de Ordenación Municipal, concentraba la edificación de nuevas viviendas en tres áreas, prohibía la construcción de nuevos inmuebles en los núcleos tradicionales de As Xubias, y negaba la opción de elevar las edificaciones por encima de la rasante de la avenida de A Pasaxe.

El antiguo solar de Astilleros Valiña, en Oza, y el de la Conservera Celta, junto al puente de A Pasaxe, constituían entonces como ahora la joya de la promoción urbanística en este enclave. Ni estas ni otras piezas de la urbanización en la ría de O Burgo se han llegado a ejecutar, en parte porque la aprobación del nuevo planeamiento, en 2008, coincidió con el estallido de la burbuja inmobiliaria.

Doce años después, el Ayuntamiento emprende una nueva modificación del plan general en la ría, que corregirá la del anterior Gobierno socialista, con el objetivo, asegura, de "blindar" este litoral. Según ha manifestado el concejal de Urbanismo, Juan Díaz Villoslada, el objetivo es reducir la edificabilidad prevista en el plan, sin excluir de "una manera taxativa la posibilidad de algún suelo residencial". La suspensión ha superado su primer trámite, en el pleno municipal, con el apoyo del BNG, la abstención del PP y el malestar de Marea, que se ausentó de la votación en protesta por la negativa de la alcaldesa, Inés Rey, previa opinión del secretario general del Pleno, a introducir su enmienda para extender la medida al ámbito de As Percebeiras, en Labañou.

La paralización de licencias, que excluye el núcleo de As Xubias de Arriba y los equipamientos existentes, como el hospital y el colegio Santa María del Mar, debe suponer el primer paso para ese blindaje prometido por el Ejecutivo para esta franja costera. El Ayuntamiento debe materializar cuanto antes las premisas de la modificación urbanística y buscar el máximo consenso en el pleno, para dar estabilidad a la nueva norma y que quede protegida de las disputas políticas. Los tiempos de macrourbanizaciones pegadas al mar tienen que quedar atrás.

La regeneración en el mar y la protección en la costa deben ser el germen de la rehabilitación global de la ría de O Burgo, respetando la identidad propia de sus enclaves tradicionales y abriéndola al resto de la ciudad. Constituye una inmejorable oportunidad de abrir A Coruña al mar. Sería imperdonable dejarla pasar.