Rectifico, porque iba a escribir que en mala hora se le ocurrió al mánager de turno el recurso a la cita previa para cualquier gestión, sobre todo, y no únicamente, en sitios oficiales. Rectifico porque habrá sus razones, pero se me ocultan. Solo en obtener comunicación y conseguir que te atiendan telefónicamente ya gastamos cantidad de tiempo mientras generamos enormidad de sinsabores porque calculamos que de haber ido personalmente a la oficina correspondiente ya habríamos terminado antes, aunque eso ahora tampoco es posible pues en la ventanilla de turno no nos habrían atendido porque no teníamos cita previa. Ventajas de vivir en sitios pequeños es que te conocen los comerciantes, los empleados de talleres, peluquerías, etc., y te solucionan sobre la marcha tu necesidad. Ayer mismo, apurando en un aparcamiento estrecho para ir al gimnasio arranqué, con el vástago del remolque de un coche anterior, la matrícula del mío, y quedó medio colgando la chapa, de forma que temí perderla y con gran cuidado, no había forma de atarla, fui al chapista al que voy siempre, dispuesto pasarme allí el tiempo necesario para la reparación, pero Jesús, destornillador en mano y nada más verlo, la atornilló en dos segundos. Y todo sin cita previa ni más zarandajas.