Las palabras de Joe Biden tras confirmar su victoria el Colegio Electoral tal vez deberían ponernos en la pista de que algo muy grave para el mundo ha estado cerca de suceder. Los liberales ingenuos se preguntan muchas veces cómo fue posible que Hitler llegara al poder desde una democracia en 1933, haciendo una tenaza con los crecidos votos obtenidos (no la mayoría), las amenazas de un populismo airado y la entrega de las instituciones que presidía Hindenburg. Pero un factor decisivo debió de ser la incredulidad de la gente de que algo así pudiera llegar a pasar. En las últimas semanas hemos venido asistiendo al desarrollo de un proceso en el fondo del fondo no tan distinto, cuyo argumento seguía la fórmula de Göbbels: una mentira mil veces repetida (en este caso la del fraude electoral) se convierte en una verdad. Confiemos en que nada raro ocurra de aquí al 20 de enero.