Heather Mattila, investigador del Departamento de Ciencias Biológicas del Wellesley College (Wellesley, Massachusetts, Estados Unidos), y sus colaboradores han publicado en la revista PloS ONE —la más señalada entre todas las generalistas que compiten con Nature, Science y los PNAS por el trono del prestigio científico— un trabajo bien interesante acerca de los métodos utilizados por las abejas melíferas (Apis cerara) para defenderse de las avispas predadoras. Como indican los autores, la tentación que suponen las reservas de miel acumuladas por las abejas en sus colmenas atraen a no pocos atacantes de los que, en Asia, es en especial agresivo el avispón gigante Vespa soror que ataca en grupo las colmenas, mata a las abejas defensoras y se apodera de las crías y la miel. En la medida en que las abejas melíferas han evolucionado bajo esa presión adaptativa, no puede sorprender que hayan desarrollado un número importante de defensas. A una en particular dedican Mattila y colaboradores su atención: el uso de estiércol de búfalo con el que embadurnan las paredes de las colmenas atacadas. Se trata de un método sofisticado y efectivo porque el procedimiento repele a los avispones y reduce de manera sustancial la probabilidad de que se acerquen a la colmena. Pero lo que me gustaría comentar es una frase contenida en el artículo de Mattila y colaboradores: “Sostenemos que se trata (...) del primer informe de uso de herramientas por las abejas melíferas y la primera evidencia de que buscan sólidos que no se derivan de plantas”.

Lo crucial aquí es el uso de herramientas. Hace mucho tiempo que los etólogos han puesto de manifiesto que no solo nosotros, los humanos, las utilizamos; además de los chimpancés, que se sirven de piedras como útiles de forma muy semejante a como suponemos que lo harían los primeros humanos, muchos otros animales hacen uso de herramientas. El caso quizá más llamativo es el que indicó Ebil-Eibesfeldt en su manual de Etología humana respecto de los tilonorrincos, unos pájaros australianos que decoran el nido con materiales de diversos colores para atraer a las hembras.

¿Es una conducta similar la de las abejas melíferas con el estiércol de búfalo? En términos estrictos, se trata del uso de objetos como herramientas. Pero no se deduce del estudio de Mattila y colaboradores que modifiquen nada con el fin de obtener un útil más eficaz, cosa que sí hacen los chimpancés preparando ramas desnudas para cazar termitas en sus nidos. Qué duda cabe de la distancia cognitiva que separa a los insectos de los primates. Pero las abejas son capaces de comunicarse mediante sus danzas peculiares indicando dirección y distancia de flores para poder libar; algo que se ha entendido como un tipo de lenguaje. Si además utilizan herramientas, el que sus cerebros sean tan pequeños no debería engañarnos sobre lo que son capaces de hacer.