En las líneas que siguen, con la Constitución en la mano y los valores que propugna, especialmente el de la libertad y el pluralismo político, denuncio en estas líneas el adoctrinamiento totalitario solapado que venimos sufriendo en determinados temas del que son responsables formaciones políticas de ideología marxista.

Conviene recordar que, en el primer párrafo de su preámbulo, nuestra Constitución manifiesta que la Nación española desea “establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien común de cuantos la integran”. Y que, al comienzo mismo de su articulado, justamente en el apartado 1 del artículo 1, eleva la libertad a rango de norma considerándola como uno de los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico, la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”.

Pues bien, sentado lo que antecede, sostengo que la ciudadanía está sufriendo en ciertos temas un verdadero adoctrinamiento de tipo totalitario en el que se ocultan las ideas de fondo sobre las que se asienta, adornándolas con otros ropajes para que el pueblo no caiga en la cuenta de lo que realmente representan.

Hay adoctrinamiento porque se está inculcando al pueblo determinadas ideas o creencias. Es totalitario porque tales ideas o creencias se concentran bajo una sola ideología oficial y en contra de la pluralidad. Y es encubierto o solapado porque se trata de ocultar el pensamiento que subyace en el fondo de las ideas y creencias que se tratan de inculcar.

El indicado adoctrinamiento se aprovecha de que modernamente hay un marco general que lo propicia. Este marco ha sido descrito con precisión por el filósofo francés Michel Onfray y ha sido recientemente recordado en La Prensa de Argentina, el 20 de diciembre de 2020, por el periodista Carlos Daniel Lasa. El citado Onfray sostiene que hoy en los países democráticos se ha establecido una nueva dictadura que se caracteriza por los siguientes aspectos: destruir la libertad, empobrecer la lengua, abolir la verdad, suprimir la historia para poder reescribirla a voluntad, negar la naturaleza y propagar el odio. ¡Es difícil tener tanto acierto!

Pues bien, en las líneas que siguen voy a tratar de mostrar cómo en la llamada ideología de género existe un adoctrinamiento totalitario que supone un ataque a la libertad y niega la naturaleza (dos de los aspectos de la nueva dictadura a los que se refiere Onfray).

En efecto, circula ampliamente por internet una entrevista a la profesora Alicia V. Rubio, autora del libro Cuando nos prohibieron ser mujeres y … os persiguieron por ser hombres, de la que me parece conveniente recordar lo siguiente.

Afirma la profesora Rubio que “la ideología de género es un constructo doctrinal que parte de la base de que no hay hombres naturales ni mujeres naturales, sino que somos construcciones sociales, es decir, que yo soy mujer porque a mí me han enseñado a ser mujer … pero que si no me llegan a enseñar, yo no sería mujer”. La entrevistada señala seguidamente que esa “construcción ideológica” carece por completo de base científica: la biología, la neurofisiología, la antropología, el sentido común, y la realidad diaria, nos demuestran que somos hombres o mujeres naturales y no seres enseñados a representar uno de esos papeles.

Añade la profesora Rubio que esa construcción se fundamenta en la ideología marxista que traslada a la familia la lucha de clases en el ámbito socio-económico: en la familia —dice Rubio— el hombre es el opresor, la mujer es la oprimida y por la lucha de clases y la dialéctica marxista se tiene que llegar a un punto en el que la mujer sustituya al amo, digamos, y cree una sociedad nueva. Sin embargo, a juicio de la profesora, esta ideología de género no tiene nada que ver con la indicada lucha de clases: entre el opresor burgués y el oprimido proletario no había nada en común, mientras que entre hombres y mujeres que fundan una familia existe el amor y, naturalmente, los hijos. Hay un proyecto vital común, añado yo, que hace que las familias formen una unidad y que traten de actuar como tales en la sociedad actual.

La profesora Rubio sostiene que como el marxismo ya no cuenta con obreros paupérrimos dispuestos a hacer la revolución, porque el capitalismo ha conseguido una clase media lo suficientemente amplia como para amortiguar el enfrentamiento, se dedica ahora a crear conflictos, que es en donde se mueven como pez en el agua, en otros ámbitos de la sociedad como sucede con la ideología de género.

Y lo hacen para “asegurarse las lentejas”. “Los políticos —agrega Alicia Rubio—, los grupos que siguen a los políticos, los grupos de presión, las redes clientelares, toda esta gente, vive de toda esta historia: intentar convertir a las mujeres en hombres y a los hombres en mujeres, para que todos seamos iguales y no haya esos roles y esos estereotipos de género”. Y, como la realidad y la biología son reacios a aceptar esta doctrina “tienen trabajo para siempre jamás”. Tienen, pues, asegurado el condumio.

Lo malo —concluye la autora-—es que “hay muchísima gente que se cree, de buena fe, todas estas mentiras porque se las han contado desde pequeños”. Y ello porque, como sucede en todos los regímenes totalitarios, los menores se convierten en objetivo, al ser muy fáciles de manipular por carecer de bagaje vivencial y cultural para poder enfrentar esas ideas.

En lo que a mí se refiere, he vivido lo suficiente como para que me vengan ahora con estas milongas. Podría callarme. Pero mi compromiso personal con la libertad y con el pluralismo político me impiden hacerlo ante ataques encubiertos contra los citados dos valores superiores de nuestro Ordenamiento Jurídico Constitucional: la libertad y el pluralismo político, como sucede con la ideología de género.