El aumento de los niveles de vacunación y el regreso a una normalidad que se abandonó hace más de un año comienza a ser una realidad en Estados Unidos. La sensación de que la pandemia está quedándose atrás es un hecho. Durante la última semanas pocas son las noticias relacionadas con el COVID en los periódicos, habiendo incluso días en los que no hay ninguna. Ahora de lo que se habla es de la recuperación económica y la reapertura del país.

Diariamente se publican nuevos datos económicos prometedores. Las cifras de crecimiento previstas para Estados Unidos son buenas, 6,5% en 2021. Sólo en el mes de marzo, el mercado laboral americano incorporó casi un millón de trabajadores. Se prevé que el desempleo se sitúe alrededor del 5% a finales de 2021.

En el corazón de este entusiasmo se encuentra la exitosa campaña de vacunación y los ambiciosos planes de rescate de Biden. Pocas semanas después de haber aprobado su primer plan de estímulo económico, por un importe de 2 billones de dólares que garantiza ayudas directas inmediatas a un tercio de la población, el demócrata presentó, a finales de marzo, un nuevo proyecto estrella, el American Jobs Plan.

En este segundo esfuerzo, Biden propone invertir otros 2.3 billones de dólares para asegurar la recuperación económica y hacer frente a los nuevos desafíos mundiales representados por China y el cambio climático. El programa, que se financiará básicamente con un aumento del impuesto de sociedades del 21% al 28% y una modificación de las bonificaciones de impuestos que reciben las empresas a nivel federal, aún debe ser validado por el Congreso.

El plan de Biden supone el más ambicioso proyecto de reconstrucción llevado a cabo desde el famoso New Deal de Roosevelt para sacar al país de la Gran Depresión. Y representa un esfuerzo económico inigualable desde la Segunda Guerra Mundial. Entre la administración Trump y la Biden se van a gastar un total de 8 billones de dólares para sacar al país de la crisis, cifra que muy probablemente aumente en los próximos meses. El PIB de EEUU es de 20 billones.

Pero más allá de las astronómicas cifras, Biden pretende sentar las bases de un nuevo Estados Unidos en el que se conjugue crecimiento económico, justicia climática e igualdad social. Durante sus primeros 100 días en el despacho oval, el nuevo presidente está mostrando mucha más ambición para transformar el país que ninguno de sus antecesores. La pandemia se ha convertido en una oportunidad.

La comparación con Europa es descorazonadora. No sólo la movilización de fondos es muy inferior, 750.000 millones de euros para un PIB de 15 billones, sino que además los mecanismos europeos carecen de la suficiente agilidad para garantizar una rápida recuperación. No es de extrañar que ésta aún no haya llegado. La necesidad de una transformación de los mecanismos de funcionamiento de la Unión se convierte en una necesidad imperativa porque en el escenario mundial el peso de Europa es cada vez más pequeño.

La apuesta de Biden no está exenta de riesgos. Algunos creen que el exceso de endeudamiento lastrará la economía, otros que el aumento del impuesto de sociedades restará competitividad a las empresas americanas en un momento clave de enfrentamiento con China y por último, el temor a la inflación se eleva en el horizonte. Pero a pesar de los riesgos, los beneficios que tan descomunal movilización de fondos tendrá en el crecimiento global, parecen evidentes.