El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viajó hace unos días a los Estados Unidos para entrevistarse con importantes empresarios y financieros de esa nación y animarlos a invertir en nuestro país. Entre las ofertas que hizo, llama poderosamente la atención su proyecto de convertir España en el “Hollywood de Europa”, utilizando para ello los famosos fondos europeos. Ese maná que se disputan comunidades autónomas, sectores industriales y ganaderos, empresas de todo tipo y cualesquiera otras entidades y personas que necesiten ayuda para salir del pozo donde nos acabó de meter la pandemia. Como el anuncio se hizo en Los Ángeles y en presencia de directivos de un estudio cinematográfico, cabría pensar que la intención de Sánchez fue más bien propagandística. Otra cosa no se explica. España lleva muchos años siendo territorio de rodaje de importantes superproducciones cinematográficas. Cualquier mediano aficionado al arte que descubrieron los hermanos Lumière lo sabe. La impresionante monumentalidad que, aparte de la huella grecorromana, nos han legado las tres culturas que la habitaron (judíos, moros y cristianos), la variedad de su paisaje y de su clima, la luminosidad que tanto agradecen los pintores, y hasta la simpatía con que acogen los rodajes en pueblos y ciudades, muchos de cuyos habitantes actuaron desinteresadamente, o por un bocadillo de tortilla, como extras, son algunos de los factores que animaron la producción en territorio español junto a los bajos salarios. Orson Welles rodó en tierras de Soria Campanadas de medianoche utilizando como decorado el pueblo de Calatañazor, aquel donde la leyenda dice que Almanzor, el gran caudillo árabe, “perdió el tambor”. Sin seguir un orden cronológico y dejando fluir los datos en la memoria hay que mencionar que en Segovia, por ejemplo, se rodaron Doctor Zhivago, con Omar Sharif; el Cid, con Charlton Heston y la imponente Sophia Loren, que repetiría con Orgullo y Pasión donde le daba la réplica Cary Grant. (En el clásico y muy céntrico hotel Las Sirenas todavía hay clientes que piden la habitación que ocupó la hermosa italiana). También en los alrededores de la ciudad del acueducto se rodó La batalla de las Ardenas, en un paisaje de sierra intensamente nevado. Fue el último esfuerzo de las tropas hitlerianas para revertir el curso de la Segunda Guerra Mundial. La relación de películas rodadas en España es extensa. 55 días en Pekín, con Ava Gardner, aquella que fue considerada el “animal más hermoso del mundo”; Espartaco, el gladiador rebelde, con Kirk Douglas, y además Exodus, La caída del Imperio Romano, Rey de Reyes, Patton, y La muerte tenía un precio, con un joven Clint Eastwood que nos descubrió en Almería el escenario perfecto para rodar películas del Oeste, lo que se llamó el spaghetti western. Para terminar, en Sevilla y Almería se encontraron las localizaciones que ambientaron Lawrence de Arabia, una de las grandes superproducciones incluidas en la lista de mejores películas de todos los tiempos. En cualquier caso, no se puede olvidar que la decisión de rodar en España se debe a algunos productores arriesgados como Samuel Bronston, un ruso nacionalizado estadounidense que era sobrino de Trotski, y a Stanley Kramer. España tiene ilustres antecedentes como territorio de rodaje.