Una de las cosas positivas que la pandemia ha dejado al descubierto para el turismo gallego es que la comunidad cuenta con más atractivos para cautivar visitantes de los que pensaba. Ni la quinta ola del COVID ni el tiempo inestable del mes pasado —el julio más frío de la década— han desbaratado la recuperación del sector, que roza cifras prepandemia. De hecho, Galicia fue, junto con Asturias y Murcia, la autonomía que más se acercó a aquellos registros tras cerrar el tercer julio con más turistas nacionales de la historia. Y los empresarios coinciden en que cuando se haga balance de agosto el resultado será mucho mejor; en la ciudad de A Coruña prevén acabar el mes con un 85% de ocupación. La buena imagen de Galicia como destino seguro en la lucha contra el COVID contribuyó al despegue. Pero no en exclusiva. Algo está cambiando en la oferta, con una carta más amplia de enclaves tranquilos y turismo de naturaleza, y en los gustos de los clientes que abre un nuevo filón.

Los turistas nacionales se vuelcan en Galicia. La comunidad recibió en julio 421.000 visitantes españoles, un 4,2% más que en 2019, según el último balance dado a conocer por el Instituto Nacional de Estadística. Esta afluencia de viajeros patrios ha permitido compensar el desplome a la mitad que se produjo en la llegada de extranjeros: si hace dos años venían 134.400, el pasado mes se contabilizaron solo 59.000. Así pues, una remontada excelente tras un año negro de restricciones y limitaciones a la movilidad por culpa de la pandemia. Y la previsión de cierre de agosto es batir estos registros favorecidos por un tiempo más veraniego, pero sin las olas de calor que golpearon otras comunidades.

No faltaron las colas en los accesos a algunas de las playas más concurridas y retenciones para regresar. Pero no solo llegaron viajeros a las zonas tradiciones de costa; también a la Ribeira Sacra y a las Rías Altas. Los hoteles de A Mariña y A Costa da Morte acogieron igualmente más turistas nacionales que nunca. Ribadeo y Viveiro, lo mismo. Ni siquiera en el último Xacobeo Santiago recibió tantos huéspedes nacionales pese a que el colofón de celebraciones se reserva para el año próximo.

Las buenas perspectivas se prolongan hasta el puente de octubre. El perfil de cliente, permanentemente conectado a redes sociales, buscando y contratando paquetes desde su teléfono a cualquier hora o día, está evolucionando. En un entorno tecnologizado, si antes era urgente universalizar la cobertura de internet ahora resulta de imperiosa necesidad para la supervivencia de las economías rurales. También cambian los gustos de los que llegan, con una valoración positiva y explícita de cosas a las que antes no prestaban tanta atención. Los negocios morirán de éxito si ignoran estas transformaciones para anticiparse, salir al encuentro de las novedades, reciclarse permanentemente y ofrecer siempre la máxima calidad. La meteorología ya no obstaculiza nada. La profesionalización y diversificación de la oferta multiplica exponencialmente el crecimiento.

Galicia carece de armas para pelear por volúmenes intensivos de llegadas como otras zonas turísticas del Mediterráneo, pero cuenta con otras igual de poderosas para desenvolverse con solvencia en apostar por la satisfacción del usuario, que gastará así su dinero con gusto. Hoteleros y hosteleros han realizado un importante esfuerzo por adaptarse a las estrictas normas sanitarias y generar seguridad. También han invertido en diferenciarse, potenciar sus marcas y facilitar la interacción para maximizar experiencias. La geología, la ornitología, la astronomía, la espeleología, el ruralismo, las actividades acuáticas, el ciclismo y el senderismo van abriéndose cada vez más hueco en la carta turística gallega.

Buena gastronomía, paisaje, tranquilidad, concitan, cómo no, las alabanzas de los foráneos, que llegan en grupo o en familia. Ya no solo madrileños, andaluces y castellano-leoneses, los primeros en el ranking por este orden. También catalanes, vascos y de variadas procedencias españolas. Como resume Cesáreo Pardal, el presidente del Clúster Turismo de Galicia, “la gente se da cuenta de que Galicia es un paraíso y repite aquí aunque llueva”.

Que los elogios no impidan atender las quejas. Las deficiencias en el transporte público y la carencia de aparcamientos figuran entre los principales motivos de descontento. Atajarlos implica actuar de inmediato, sin acomodarse en la modorra hasta el verano siguiente. Pero, por delante de cualquier otra cualidad, quienes se acercan a conocernos resaltan también la hospitalidad y el buen trato que reciben en esta tierra. El carácter inclusivo de los gallegos facilita el equilibrio imprescindible para optimizar los recursos y atender como se merece antes, durante y después del viaje al forastero.

Conviene seguir haciendo bien los deberes en todos los frentes para que el turismo gallego pueda mantener la rentabilidad sin necesidad de recurrir a ofertas o bajadas de precios para captar a más viajeros, lo que para muchos supondría la “muerte” del sector. Solo con mayor formación y profesionalización, el objetivo será más asequible. Tras unas vacaciones de lujo, Galicia tiene ante sí el reto de convertirse en referente nacional e internacional de un modelo único: el turismo amigable, saludable y de excelencia en la postpandemia.