Tomás Alcoverro (Barcelona, 1940), licenciado en Derecho y en Periodismo, ha sido corresponsal de La Vanguardia en Beirut. En un taxi habla catalán, castellano y francés al mismo tiempo y da la impresión de estar viendo cómo transmite esas crónicas por las que es conocido. ¿Es usted Tomás Alcoverro?, le pregunta el taxista. Hemos leído su última crónica, ¿no estaba usted en Damasco? A lo que responde como si estuviera en Beirut. Para él —Beirut— no es que tenga monumentos o barrios exóticos, sino que hay unas personas que le han enseñado a vivir entre las diferencias. Ir con él, hablar con él significa hacerlo con ese tipo de personas “raras” que estén en donde estén han encontrado en ese lugar, un equilibrio, una sensibilidad que les hace especiales y convierten el lugar, el problema o la solución en una parte de ellos mismos.

En la mesa hay dos palabras, la curiosidad de un niño y la precaución de una persona que ha vivido mucho e intensamente. “¿Son ustedes gallegos?,  ¿y las meigas?”. Nos pregunta en una visita a Galicia. Y ahora habla usted, pero primero ella. ¿No le parece? Y de ahí a un rato nos dice: “¡Ya saben que han editado un libro de Álvaro Ruibal, Ero, Gente de Paso, Sotelo Blanco, y era gallego!”. Y deja caer una sonrisa. Vicente Blasco Ibáñez, Maruja Torres, Gustavo de Arístegui, Juan Goytisolo o Mario Vargas Llosa, sin olvidarnos de Julio Camba, César González Ruano, o Miguel Anxo Murado.

“Todos dan a entender que la noticia no son los cuadros, sino lo que está dentro de los cuadros”. Sin dejar de lado, Un ermitaño que se encuentra viviendo en el Líbano o Un stripper, algo muy raro en Oriente Medio, o La libertad de palabra en las calles hasta ese Laboratorio de lenguas vivas y muertas. Utiliza esa frase del escritor catalán Josep Pla:

“Es más difícil describir que opinar”. En un momento en que el periodismo está pasando por malos momentos, Tomás Alcoverro sigue la actualidad desde Beirut. Y de una manera esporádica visita a su amada Barcelona.

Ha publicado varios libros siguiendo esa línea que ha marcado su vida, esa “vieja escuela de periodismo” que algunos echan de menos, el literario, el cultural, al lado de la información.

El decano con prólogo de Maruja Torres, Espejismos de Oriente (2007) o Atrapados en la discordia con la periodista Pilar Rahola, en donde intentan dar una visión de lo que sucede después de muchos años entre israelíes y palestinos. ¿De qué estamos hablando cuando mencionamos Israel y Palestina? o de lo que pasó en Caná en el año 2006. Nos dice: “Ya en su día un escritor habló claro y alto del mundo árabe y del mundo judío”. No ha dejado Barcelona, no ha dejado el mundo como muchos de los personajes sobre los que escribe, entra en una librería y compra una Historia de Galicia y en otra come cuando la sala está vacía, pues es a primera hora los suculentos platos gallegos quizás como las lenguas parecidas a los de su Beirut o de su Cataluña.

Le han dado muchos premios y como un Premio Nobel de Literatura y en Beirut hace unos meses le han dado todo un premio a su trabajo profesional durante tantos años en donde no ha parado de aprender y contar cómo “llegó a conocer a Gabriel García Márquez cuando no era tan conocido”. Nos recuerda los clásicos como si estuvieran de rabiosa actualidad. Las palabras sirven para comunicar, pero al mencionar “primaveras árabes” parece querer decirnos, “sí, pero con prudencia”. Hace poco se ha reunido con un grupo de personas realizando un viaje por Bosnia y Herzegovina de la mano entre otros del periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez, a quien pudimos escuchar hace unos años en nuestra ciudad y de una profesora gallega que le hicieron revivir la Historia a través de un viaje que pudo ser en el tiempo, pero fue algo muy real... Y cuando cerramos está columna con sus ochenta años juveniles no solo no ha dejado de escribir sino que al periodista de la Vanguardia Placid García Planas le ha contestado a una serie de preguntas de alguna manera volviendo a esos orígenes que le ha tocado vivir en su Tot està per dir. O como ha escrito en su página web: “Todo está para decir”.