Opinión | Shikamoo, construir en positivo

¿Pero de verdad vamos otra vez hacia lo mismo...?

Saludos, señoras y señores. Mañana es San Martiño, su “veranillo” nos ofrece sus últimos coletazos, y en nada nos sumergiremos ya plenamente en el tiempo de otoño, pasados las últimas concesiones a la “morriña” del verano. Y vivimos días en los que, aparte de las escenas costumbristas en el caleidoscopio de la cotidianeidad, vuelve un repunte de esta pandemia que nos ha estado trayendo en jaque y en vilo en los últimos veintiún meses. Y lo que nos queda, queridos y queridas... Porque ni esto está finiquitado, ni podemos mirar a la infección por SARS-CoV-2 en clave de pasado.

Sí, ya sé que desde muchos foros se plantea así, y que incluso responsables públicos lo han hecho y lo siguen haciendo a veces, pero allá ellos y sus mantras. Y también sé que parte de la sociedad quiere pasar página y, según entiende, esto es lo mismo que efectivamente pasarla. Pero no, confundir los deseos con la realidad -–como decía el genial Aute– es siempre un error. Y claro que no es plato de buen gusto para nadie seguir con las mascarillas a cuestas, pero es lo que hay. Y no olvidemos que, gracias a ellas, el desastre no ha sido aún mayor.

Bueno, a ellas y a las vacunas. Porque si hay algo que agradecer a la ciencia en el transcurso de este azote, es su celeridad para poner en el mercado preparados que han conseguido minimizar el impacto del virus en las personas. Esto es meridiano, y contra ello no caben discursos ni opinión. La vacunación masiva de la sociedad ha sido, y sigue siendo, la más efectiva palanca para volver a un estado un poco más esperanzado en relación con esta crisis. Y en tal sentido habrá que seguir perseverando. En este y en el de la obtención de un abordaje terapéutico eficaz y disponible de forma universal para el tratamiento de la enfermedad asociada al virus, la Covid-19. Esas son las únicas claves para un futuro en el que podamos sentirnos más seguros en relación con este patógeno.

Pero la respuesta ciudadana sigue siendo un factor clave de éxito para que el camino andado no se nos vuelva en contra. Mientras haya alta transmisibilidad del virus, y esto es así en muchas zonas del mundo, cabe la posibilidad de la aparición de variantes mucho más infectivas o que causen formas más graves de la enfermedad. Por eso no podemos bajar la guardia. Es necesario seguir ventilando bien todo tipo de espacios, sobre todo desde que la OMS y la comunidad médica se han bajado por fin de la burra y han entendido lo que desde la ciencia, desde la física y, más en concreto, desde la dinámica de fluidos, se planteó desde un principio en lo tocante al papel de los aerosoles en la transmisión de la enfermedad. Es también importante el mantenimiento de las medidas básicas de higiene, como el lavado de manos, o la distancia interpersonal. Y, sobre todo, el cuidado de las personas más vulnerables.

Dicho todo esto, clama al cielo lo que tenemos que vernos obligados a ver cada día. Espacios públicos, por ejemplo en materia educativa o del ámbito sanitario, donde todo se cierra a cal y canto y la ventilación es deficiente, en contra del criterio científico y de la norma dictada, en consonancia con el mismo, por parte de las consellerías correspondientes. Lugares donde las personas se hacinan, con absoluto desprecio a la más que probable transmisión del virus, pudiendo afectar a los más vulnerables o a aquellos que, a su vez, sean contagiados por los participantes en tales concentraciones. Actos de importantes instituciones donde las normas parecen haberse olvidado,... y un largo etcétera, que amenaza a todos como grupo y como personas individuales. Muchos hacen como si nunca hubiese pasado nada y como si no siguiese pasando. Pero la realidad es meridiana: tomen nota, la esperanza de vida de las y los españoles se ha reducido por esta pandemia en más de un año. ¿Queremos seguir por esa senda? ¿No nos llega el altísimo exceso de mortalidad en este período, constatado claramente por las fuentes oficiales? ¿Queremos más sufrimiento y muerte? Pues sigamos así, porque en bandeja nos vendrá servido.

De verdad que esta sociedad no parece haber llegado a su mayoría de edad. Hay poca empatía y sobra individualismo, junto con grandes dosis de precipitación. Hay opinática de medio pelo y sin ningún tipo de aval curricular, que atenta contra los postulados más elementales de la ciencia. Y hay desidia, pereza y hartazgo. Y así no irán bien las cosas. Es comprensible que muchos sectores económicos hayan querido superar el bache cuanto antes, visto el golpe que la pandemia les supuso. Y esto, dentro de la lógica de no expandir el virus y frenar al máximo los contagios, se puede hacer y, de hecho, se está haciendo. Pero de aquí al despendole, ha pasado poco tiempo. Y aunque muchas personas siguen autoconteniéndose, cuidándose y cuidando a los demás, también hay demasiados ejemplos de cómo no hay que hacer las cosas. Y eso, sin duda, nos lastima a todas y a todos... Y mucho más que nos puede dañar. Y, si no, al tiempo.

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