Opinión

Perrismo humanista

El no hipócrita sabe que el humanismo es una hipocresía. De hecho, donde más se da, como club de élite moral, es en sociedades que tienen de todo (en parte a costa de las que no lo tienen). El naciente perrismo descansa en hipocresía parecida. Para empezar, no se permiten perros libres por la calle ni el campo, y al que pillan lo meten en prisión, de la que solo sale si alguien se apiada y lo adopta, previa castración. Si vive en familia humana, el amor que esta le profesa se ejerce mediante prácticas de tortura de intensidad variable según grado de amor: dieta severa, lavado, peinado, desparasitado, rizado del pelo, ajuar y vestuario, alejamiento de toda inmundicia, desodorización de su mundo, censura del ladrido, reeducación por psicólogo, gimnasio, spa, manicura o pedicura (lo mismo, en este caso). Gracias al perrismo el perro deja de ser perro pero los dueños nos sentimos más humanos.

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