Escribió recientemente Javier Sainz Moreno (en La Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades fue imaginada, escrita y publicada por Diego Hurtado de Mendoza y Pacheco, Madrid 2021) que “Todo autor se manifiesta en su obra, ya sea la Chanson de Roland, el Poema del Mío Cid, el Auto de los Reyes Magos, La Celestina o El Lazarillo de Tormes”. Creo que tiene razón. Y lo mismo debió pensar César Brandariz, quien acaba de publicar una interesantísima obra, titulada La verdadera “mancha” de Cervantes. Verdades a exhumar y tópicos a desterrar. En esta obra, Brandariz toma como base, fundamentalmente, las palabras de Miguel de Cervantes y siembra muchas dudas sobre las “verdades” oficiales acerca de su vida y de su monumental novela El Quijote. En las líneas que siguen, y en el reducido espacio de un artículo periodístico, voy a ofrecerles algunos de los principales hallazgos de la investigación de Brandariz.

De las contribuciones de Brandariz sobre la vida de don Miguel merecen especial atención las relativas al año de su nacimiento y a su lugar de origen. Sostiene Brandariz que don Miguel no nació, como se dice habitualmente en 1547, sino dos años más tarde en 1549. Advierte que la referencia al año 1547 se debe a que esa es la fecha de una partida de nacimiento conservada en la iglesia Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. Pero Brandariz acredita que, además de estar manipulado (posee raspaduras y añadidos), dicho documento podría referirse a otro Miguel de Cervantes, cuyo segundo apellido sería Cortinas y no Saavedra.

Y es que basándose en testimonios del propio Cervantes, dice Brandariz que el propio don Miguel, en el “prólogo al lector de las Novelas Ejemplares”, que redacta en 1613, dice que entonces tenía 64 años, lo que sitúa su año de nacimiento en el indicado 1549. Y apoya esta datación con otros 5 documentos diferentes de cuando don Miguel estuvo cautivo en Argel que confirman que nació en 1549.

El verdadero lugar de origen de don Miguel es otro punto muy controvertido sobre el que las investigaciones de Brandariz arrojan nueva luz. En efecto, como es sabido, la tesis oficial es que nació en Alcalá de Henares, según acreditaría la citada partida de nacimiento, pero, ya hemos visto las críticas de Brandariz sobre dicho documento bautismal. En contra de lo oficialmente aceptado, Brandariz sitúa el origen de don Miguel en un lugar que por entonces pertenecía a Galicia, situado en la comarca de Sanabria y localizado en las entonces Montañas de León (hoy los Ancares) en las que radicaban los pueblos de Cervantes y Saavedra. A esta tesis me había sumado yo al pronunciar el Pregón del día del Libro en Cervantes (Lugo) el 23 de abril de 2007, basándome, con la ligereza propia de un diletante, en que, además de coincidir sus apellidos con los topónimos de dos aldeas de la zona, Cervantes y Saavedra, el propio don Miguel, al comienzo del Capítulo XXXIX de la Primera Parte del Quijote, pone en boca del Cautivo, que su linaje tuvo principio en un lugar de las montañas de León.

Pues bien, a partir de las investigaciones de Brandariz esa tesis ha sido apuntalada con pruebas de una solidez que no será fácil rebatir. Además de lo que antecede, recuerda Brandariz que el propio Cervantes afirma que nació en la comarca de Sanabria (en la Égloga de Virgine Deípara Cervantes se autodenomina “sanabrio”), comarca que en pleno siglo XVII pertenecía a Galicia.

Por si lo anterior no fuera poco, Brandariz menciona a cinco destacados cronistas cervantinos que sostienen que los Saavedra proceden de Cervantes, aldea de la antigua Sanabria (recordaré, si se me permite, que el segundo apellido de mi padre es también Saavedra, apellido de origen indudablemente gallego, como acreditan actualmente las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística); recuerda también que varios historiadores y hasta el literato Lope de Vega niegan que Cervantes hubiera nacido en Alcalá de Henares; y agrega que el lenguaje empleado originalmente por de Don Miguel en sus obras contiene expresiones, como “quitar” en lugar de “sacar” (quitar las entradas) o “luego” como “inmediatamente” (hazlo luego), que todavía hoy se utilizan en Galicia.

La segunda parte de la obra de Brandariz , titulada Con el Quixote en la mano, ofrece para el debate una serie de hallazgos personales apoyados por pruebas sólidas sobre los que habrá que seguir discutiendo. Cito las más relevantes: la mancha que hasta figura como lugar de procedencia del Quijote no alude a la región geográfica, sino a la condición de converso o “manchado” (en el acto de aprobación de la novela se escribe “mancha” con minúscula y no con mayúscula, lo que reforzaría esa tesis); los parajes que describe: por la orografía, la vegetación, la abundancia de agua, son más propios del Noroeste y de Extremadura que de La Mancha; el testamento de don Alonso Quixada, en el que deja heredera universal a su sobrina fue otorgado bajo el Fuero de León que permitía heredar a las mujeres; la alimentación en la que abunda la carne de vacuno es galaica y no manchega que era con ganado ovino; el Toboso sería El Terroso que está cerca de Sanabria; la Ínsula Barataria está identificada por 24 referencias con Benavente… etc.

Tras convenir que El Quijote admite diversas interpretaciones, cree Brandariz que Cervantes expone sus experiencias personales y vitales con un fuerte “anovelamiento” que encubriría aspectos de su realidad que se ve obligado a enmascarar por su condición de “converso”. Y señala que hubo expertos cervantinos que sostuvieron que don Miguel conocía ligeramente La Mancha como consecuencia de algunos viajes que habría hecho con su mujer.

No puedo decir cuánto hay de cierto en las averiguaciones de Brandariz, pero tengo para mí que sus afirmaciones están tan apoyadas en datos que va a conseguir lo que anuncia en el título de su obra: “Verdades a exhumar y tópicos a desterrar”.