¿Por qué las empresas tecnológicas, del metal, del transporte, la construcción y el naval ofrecen miles de puestos y no encuentran aquí candidatos para cubrirlos a pesar de que casi 152.000 gallegos figuran en el paro? Esa es la gran contradicción de la realidad económica y quizá el lastre más pesado para lograr el definitivo despegue regional porque evidencia una desesperanza: la mejoría en indicadores y competitividad no es suficiente para generar suficientes empleos. Galicia no es la única comunidad en esta coyuntura; faltan profesionales en toda España. Las páginas de LA OPINIÓN han venido ofreciendo respuestas a este desajuste a través del testimonio de empresarios, desempleados y jóvenes ansiosos por colocarse. No seremos una comunidad plena y justa hasta conseguir un desarrollo social y laboral que permita a cada uno hacerse dueño de su destino.

Fallan la política, el sistema educativo y la gestión del empleo. Eso sentencian expertos que analizaron para este periódico la disfunción existente que, en el caso de nuestro territorio se permite el derroche de las colas del desempleo cuando solo los constructores, por ejemplo, buscan más de 6.000 nuevos operarios para los próximos dos años y no ven manera de encontrarlos. Yerran las administraciones, incapaces de agilizar trámites y desbrozar el camino. Naufraga la enseñanza, una máquina de preparar estudiantes sin las competencias transversales que demanda el mercado. Sobre la formación profesional dual, pese a los avances experimentados en algunas modalidades, llevamos lustros escuchando propuestas sin que acaben de cuajar definitivamente en logros óptimos. Y fracasa el servicio público de colocaciones, reducido su papel a elaborar estadísticas mensuales.

La sociedad avanza más rápido que las servidumbres del politiqueo. Una administración que deje de caminar al vertiginoso ritmo que imponen las necesidades de los ciudadanos sirve de poco, actúa como freno y acaba resultado inconveniente. Los jóvenes, los futuros trabajadores que sustentarán el estado del bienestar, tienen dificultades de integración laboral porque nadie les facilita lo que precisan saber y el mundo demanda. No ocurre por ausencia de talento, sino por ineficiencia en la orientación. Algunos sectores impulsan por ello sus propios proyectos formativos. La burocracia enrevesada sigue produciendo efectos letales.

Las cuestiones espinosas y que requieren decisión sobrevuelan el ambiente, giran y giran, cambian de lado o de contexto, sin que nadie las aterrice. Sobran sermones para vender como valiosos asuntos que carecen en absoluto de importancia y faltan muchas acciones. Para males diagnosticados desde hace lustros, análisis tras análisis de comités de sabios, nunca afloran los remedios.

Solo el mercado laboral gallego necesitará en los próximos años más de 20.000 profesionales entre las necesidades de la construcción, el transporte y el metal. Y por considerar en la lista de la crisis de profesionales restan el sector del mueble, de la moda, de la hostelería… Se cuentan por miles las vacantes, pero en el mercado laboral no hay respuesta. Tan solo algo de eco en el que resuena un denominador común: la falta de relevo generacional. Un fantasma recorre Europa: la escasez de trabajadores esenciales. Aunque el impacto en nuestro país es mucho más crudo. Hay una desconexión entre la oferta formativa y las empresas; no hay relevo generacional y se está perdiendo conocimiento; falta una reflexión tanto de patronal como de sindicatos… Son algunas de las voces de quienes analizan lo que ocurre, pero ahí seguimos instalados sin dar de pleno con las respuestas atinadas.

Un desempleo exagerado, el doble de la media europea, va camino de instalarse en España de manera estructural. Constituye el principal motivo de desigualdad. Deja desvalido a un amplio grupo de ciudadanos, cercena sus oportunidades de progresar y sitúa a los territorios en una disyuntiva sobre la que conviene abrir debate: está bien volcar recursos en subsidios para compensar la pérdida de rentas, pero esa no puede ser la única opción todo el tiempo. Revitalizar el emprendimiento y multiplicar la riqueza en una etapa complicada que exige flexibilidad para adaptarse a la digitalización y la sostenibilidad tendrá que erigirse alguna vez en lo prioritario.