La instalación de la exposición Untold Stories del fotógrafo Peter Lindbergh, en unas construcciones en desuso en el muelle de Batería de A Coruña, nos ofrece varias oportunidades de reflexión: el papel del mecenazgo en la cultura, la coincidencia de diversos intereses en estas iniciativas, la fusión y confusión del arte con las manifestaciones de la sociedad de consumo y, de forma muy directa, la llegada de nuevos usos a los muelles de la ciudad. Todas estas “lecciones Lindbergh” son ya conocidas, pero quizá, la última de ellas nos ofrezca un valioso aprendizaje sobre la futura transformación de nuestro puerto.

Elsa Urquijo, compañera titulada en la Escuela de Arquitectura de A Coruña, lidera el estudio que realizó la intervención que acoge la exposición Untold Stories. Para esta iniciativa, realizada en un tiempo muy breve, han intervenido en el muelle de Batería uno de los silos cilíndricos, para acoger los usos de tienda y café, han instalado un recorrido cubierto, conformado por contenedores marítimos, que conecta con un almacén, cuyo interior acoge la muestra.

Podríamos condensar en cinco, las enseñanzas que esta iniciativa, actualmente abierta al público, nos ofrece sobre el futuro de los muelles interiores de la ciudad: el acuerdo con la ciudad, la conexión con la misma, lo efímero o lo permanente, la transformación de lo existente y, por último, el consenso transformador.

Sorprendentemente, la iniciativa para traer esta exposición itinerante no ha contado con ninguno de los muchos y buenos espacios expositivos, públicos o privados, de la ciudad. Los vídeos y fotografías enmarcadas del trabajo de Lindbergh no parecen exigir ni espacio ni instalaciones que la ciudad no posea ya.

Una exposición a la que acuden numerosos visitantes, apenas a 130 metros de la Fundación Barrié o de Afundación, o a 50 del Kiosko Alfonso, se instala sin mostrar un mínimo gesto de su presencia en la ciudad. Las conexiones peatonales o la disposición significativa de esta oferta cultural han quedado sin resolver.

¿Qué sucederá tras el cierre de la exposición? ¿Hay alguna nueva muestra prevista a partir de marzo de 2022? Si la obra se ha hecho con carácter temporal, o si permanecerá una parte de la misma es algo que desconocemos, al menos yo, lo que resulta más desconcertante considerando el próximo proyecto transformador del Puerto.

El silo y el almacén son los polos opuestos de dos formas de actuar, el primero conserva y subraya las huellas del tiempo y del uso, y el segundo envuelve todo el interior en paneles de cartón-yeso hasta borrar completamente la naturaleza del lugar. Sin duda, es una oportunidad perdida para marcar un camino a seguir.

Por último, y quizá la más importante de las “lecciones Lindbergh”, es la frustrante ausencia de consenso transformador, que marca una primera avanzadilla en el espacio portuario con una voluntad personal, sin formar parte de un debate y sin un acuerdo que vaya más allá de contingencias políticas y económicas, para crear algo sólido y con verdadero futuro.