La Opinión de A Coruña

La Opinión de A Coruña

José María de Loma

Un día con López Vázquez

Solamente vi una vez en persona a José Luis López Vázquez, lo cual me convierte en más afortunado que la media, que solo lo han visto en películas. En decenas y decenas, en doscientas tal vez. No paró de trabajar. En 1972 hizo al menos seis. Otras tantas en el 73. Por ejemplo. Estos días se cumple su centenario. Lo vi en una papelería de la calle Rios Rosas, en Madrid, hace décadas, yo era un pipiolo que, queriendo se periodista, no fui ni capaz de preguntarle nada. Ya apuntaba maneras. Yo, no él. Vázquez iba atildado, era ceremonioso, no tanto como su inolvidable personaje Fernando Galindo, “un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo” de Atraco a las tres. Sombrero, corbata, bufanda. Portaba un cartapacio. A veces solo escribo para colocar la palabra cartapacio. Lo llevaba lleno de recortes de la prensa. Prensa del corazón, ay. Y pidió que le hicieran fotocopias de todos esos recortes. Salía él en las fotos. Y su mujer de entonces. López Vázquez pasea por El Retiro, recuerdo que decía un titular. No sé yo si uno de mis profesores de entonces hubiera dado por bueno ese titular. Le faltaba algo, creo yo. Quizás garra. O contenido informativo. O vaya usted a saber. Bueno, vaya a saber yo, que para eso iba a la Facultad.

No sé qué hacía yo en aquella papelería, supongo que fotocopiar apuntes en lugar de ir a clase. López Vázquez vivía cerca. Yo también. Sé que su domicilio estaba próximo porque le pregunté a una dependienta cuando él ya se había marchado. O sea, no me salió la vena reportera con el gran actor pero sí con la dependienta. Uno tiene como una osadía intermitente. O quizás es que quería ligármela. Me quedé petrificado unos segundos cuando vi al gran López Vázquez. Eso era lo que quería decir. Ya lo he dicho.

No podía creérmelo. Allí estaba. Creo que incluso me miró. Sí, sí, me miró. Otra cosa es que me viera. La dependienta me dijo que iba mucho por allí. López Vázquez, no ella, que como trabajaba allí sí iba todos los días. En las jornadas sucesivas le di la plasta a todo el mundo con la noticia. O sea, acorde a mi vocación estaba dando noticias: había visto a López Vázquez. Fui otras veces a esa papelería. A veces sin nada qué hacer en ella, con algún pretexto. Tal vez con un absurdo par de folios de Teoría Informativa para que me los fotocopiaran. Iba a ver si lo veía de nuevo. No sé si era mitomanía o aburrimiento. Los bares de cañas de Ponzano estaban muy cerca.

Compartir el artículo

stats