La Opinión de A Coruña

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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Las cosas por su nombre

Cuando alguien intenta aclarar un concepto de perfiles borrosos, de esos que se resisten a ser interpretados correctamente, solemos recomendarle que empiece por “llamar a las cosas por su nombre”. Al escritor mexicano Juan Rulfo le preguntaron, en un debate de La Clave, aquel recordado programa que sabiamente dirigía José Luis Balbín, por su opinión sobre algunos aspectos de la política de los Estados Unidos, y el autor de Pedro Páramo contestó que le resultaba imposible. Ante la extrañeza del resto de contertulios, explicó que no podía hacerlo porque la gran potencia del norte no tenía nombre. “Estados... Unidos”, dijo regodeándose en la obviedad. Luego, se parapetó tras unas grandes gafas negras y esperó en silencio a que los convocados por el periodista de Pravia hicieran la digestión de lo escuchado. Nadie lo dijo, pero todo el mundo entendió la profundidad de la ironía. ¿Cuántos estados y cuánto de unidos conformaban la realidad de la joven República con capital en Washington? El proceso estaba todavía abierto y en plena expansión, por lo cual no cabía desdeñar la posibilidad de incorporar nuevas estrellas a la bandera imperial. Que eso nos lo tuviese que explicar, de forma tan sencilla, un mexicano, no dejaba de tener su gracia. Buena parte del territorio que ahora forma parte de los Estados Unidos del Norte de América se le arrebató por la fuerza a la patria de Juan Rulfo. Viene esto a cuenta de los enfrentamientos en curso por la disputa del territorio ucranio en una guerra civil cuyo inicio se remonta, en su fase más explícita, al año 2014. Para Rusia, una parte de ese territorio le pertenece históricamente y existe una población de habla rusa a la que tiene la obligación de defender. Además, no conviene olvidar el peligro de la proliferación de grupos neonazis que han ido infiltrándose en la estructura del Estado. Una posibilidad de la que se ha hablado mucho en estos últimos tiempos y sobre todo durante las campañas electorales de Hillary Clinton y de Donald Trump. En muchos medios se ha querido tomar a broma la denuncia, pero el auge de las opciones políticas de extrema derecha en todo el mundo no permitiría frivolizar con ese asunto. Como ocurre siempre, las palabras cumplen la función de ocultar la realidad. El gobierno ruso dice que la invasión del territorio ucranio es una “operación especial”, y que si se le garantiza la renuncia del gobierno prooccidental y pronorteamericano de Kiev a entrar en la OTAN, así como el reconocimiento del territorio ya ocupado en la península de Crimea y en los territorios ribereños con el Mar Negro, negociarían de inmediato un alto el fuego y unas posteriores conversaciones de paz. Mientras eso llega, continúa el horrible espectáculo del éxodo de personas que huyen de la guerra y los espantosos destrozos causados por los bombardeos. Digamos las cosas por su nombre.

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