La Opinión de A Coruña

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Tino Pertierra.

solo será un minuto

Tino Pertierra

La noche del último baile

Rafa: “Las últimas palabras de mi abuelo antes de morir fueron ‘si lo sé no vengo’. Siempre fue un exagerado que se tomaba las cosas a la tremenda, pero es cierto que su vida fue un constante desmentido al refranero: Dios aprieta y también puede ahogar, y aunque se pasó 70 años levantándose a las cinco no tuvo ninguna ayuda divina. No existen los finales felices por mucho que se empeñen Hollywood o las novelas que venden una falsa esperanza, pero, si me dan a elegir un último capítulo, o una última página, o una última línea, me quedo con la que escribió mi abuela Julia, a la que tampoco le dieron buenas cartas casi nunca, pero que quiso, pudo y supo sacar adelante a siete hijos sin permitirse nunca el lujo de desfallecer, sin dejar que la malaventura la derribara, sin quejarse de los contratiempos, ni siquiera cuando dos de sus niños (siempre los vio así, incluso cuando pasaron de los 60) se fueron antes de tiempo. Julia aguantó a lo grande todo lo que le cayó encima, y cuando su cuerpo dijo hasta aquí hemos llegado, yo me bajo en la próxima, encaró sus últimos amaneceres sin un lamento más de la cuenta, porque quejarse por los dolores invasores no cuenta como queja.

Y poco antes de bajarse en la última estación, en una madrugada de insomnio, le pregunté qué le gustaría hacer, que pidiera un deseo que yo se lo haría realidad. Bailar, contestó con ojos brillantes, como los que seguramente tenía en su juventud mientras se arreglaba un poco para ir a una verbena de farolillos temblorosos y acordeones melancólicos y pasodobles estremecidos. Quiero bailar, repitió, y reuniendo mis flacas fuerzas y sus enormes deseos conseguimos que se pusiera en pie con su elegante camisón arrugado y sus delicadas zapatillas de fieltro y bailamos, bailamos y bailamos hasta que amaneció”.

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