La Opinión de A Coruña

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Pedro de Silva.

Malos brotes

Un problema de la concentración de poder es que vuelve muy fina la piel del dirigente. Del XXVIII Congreso del PSOE, allá por 1979, surgió un formato, encarnado en Felipe González, que un socialista tan ejemplar como Luis Gómez Llorente denominó “superlíder”. Sería excesivo sin duda asimilar “superlíder” a “autócrata”, pero ¿es para ponerse así —llegando a pedir que la palabra no figure en el Diario de Sesiones— que desde la tribuna del Congreso un autócrata en ciernes haya llamado “autócrata” puntual a Pedro Sánchez? Bajando a un jardín muy distinto y menor, el PSOE federal acaba de suspender de militancia a un culto profesional del periodismo de Gijón, Víctor Guillot, por escritos suyos (que desconozco) criticando a cargos públicos de su partido. Por favor, no vayan por ahí, en la historia del PSOE hay demasiada lucha por la libertad de expresión como para empezar a desandarla.

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