La Opinión de A Coruña

La Opinión de A Coruña

Carlos Miranda

LA PELOTA NO SE MANCHA

Carlos Miranda

Responsable de área de Deportes

Dos meses, dos monedas al aire para el Dépor

Borja Jiménez ante el Rayo Majadahonda CARLOS PARDELLAS

Entre una taquicárdica salida por alto de Mackay al borde del descuento ante el Rayo y el cierre de la jornada dominical de Primera RFEF pasó solo un día y cambiaron muchas cosas para el Dépor. De un plumazo, mutó su perspectiva de lo que tiene ante sí, de lo que le espera. Reciclaje vital. Una semana antes, el ritmo de la locomotora Racing y el mazazo de Balaídos pintaban un panorama sombrío para el grupo de Borja. Los rivales se le agolpaban a la espalda, hasta la presencia en play off peligraba. Todo iba mal, siempre podía ir a peor. Por desgracia, hay sobradas muestras recientes. Siete días después esa escala de grises tirando a negros con la que veía todo, ha empezado a coger un poco de color. No mucho, le llega. Todo dentro del traje del conformismo para el que ya le han tomado las medidas. Y no porque aspire aún al ascenso al directo, algo imposible por los puntos de ventaja y las luces de neón de confianza que emiten los cántabros. Simplemente, porque el Dépor empieza a ordenar su vida. Parece poco, no lo es. Ni está en la situación que desea ni se encuentra, de momento, a un nivel óptimo para competir el fútbol profesional. Al menos, es un principio, un posible punto de apoyo.

El equipo sigue débil, pero entre su triunfo, el esprint del Racing y los traspiés del resto, empieza a ordenar su vida

decoration

Cuando el Dépor aún tenía problemas de ricos, allá por finales del mes de enero, esos tiempos en los que miraba de reojo cuándo subir o si gran parte de sus jugadores le valían para el proyecto de Segunda, su inquietud más terrenal era no caer al play off, seguir firme para no improvisar ni jugarse todo a dos partidos. Se proyectaba entonces esa posibilidad remota como lo más parecido al Fin del Mundo entrando por la ensenada del Orzán, más para un equipo con la urgencias del Dépor y con la perspectiva de que la Federación Galega organizase la fase final en Riazor. Pues hoy el infierno en la tierra ya está aquí y no pinta tan mal o, quizás, no le quede más remedio al deportivismo que edulcorarlo hasta que le parezca el edén en dos meses, en junio.

Fútbol, no tiempo

Es un trabajo psicológico que ya ha empezado y para el que el Dépor y todo su entorno deben poner de su parte. Mucho. Tendrán tiempo. Otra de las elucubraciones de enero era que si por algún casual el Racing de Santander le daba caza, sería sobre la línea de meta, con golpe de riñón incluido. Ni eso. Se adivinaba entonces que el mazazo le podría dejar tocado para esos dos partidos decisivos del play off, a disputar a la semana siguiente. Otro error. Su problema ahora es de fútbol, no de tiempo para levantarse de la lona. El desplome del equipo ha sido de tal calibre que va a tener muchas semanas para adaptarse a su nueva realidad. Incluso con el paso del tiempo aquel equipo arrollador que fue y al que solo le quedaba poner fecha a la fiesta en Riazor acabe siendo una ensoñación.

La caída es de tal calibre que al Dépor le va a sobrar tiempo para prepararse psicológicamente para el play off

decoration

Tampoco debería ser así. Parte de las cualidades que necesita recuperar están en la esencia de lo que fue, aunque estuviesen potenciadas por la confianza y la pegada. También es cierto que, por las mismas razones, algunos defectos tuvieron mucho tiempo un biombo delante. Sus siete puntos con la zona de la quema y ese partido de clín, clín, caja del Extremadura le despejan el panorama a falta de ocho jornadas. Le dan aire y una tregua para encerrarse en sí mismo, para recuperarse o reinventarse. Lo que sea, lo que quiera o lo que pueda. Todo para llegar, en las mejores condiciones posibles y siendo un equipo competitivo, al momento de echar esas dos monedas al aire. La suerte contará, pero cuanto menos margen se le dé para hacer de las suyas...

Inestable

Las bajas y las derrotas dolorosas no han dejado de golpearle en los últimos tiempos, pero el Dépor demostró ser, una vez más ante el Rayo Majadahonda, ese equipo débil, de cristal, ante los avatares de los partidos. Y eso que empezó bien por fútbol, por goles, por presencia de líderes en el césped, como lo fue De Camargo. 2-0, minuto 22 y la grada respirando.

Más allá del ruido, Borja debe seguir o no por lo que se crea en él, pero siempre pesará lo que ofrece el mercado

decoration

Le ayudaba también un rival, con marchamo de equipo de la zona alta, que se cansó de mostrar una guardia mal colocada y una pegada de peso pluma. Entre sus descuidos y sus golpes al aire, el panorama era propicio para vivir una tarde plácida. Nada. Tampoco fue esta vez la ocasión para soltar músculo. Tocó sufrir, lo de siempre. Y las dudas solo fueron levemente despejadas por el pitido final y por los resultados de los rivales. No es más que otro cierre en falso.

La victoria, el panorama clarificado y las ansias aparentes de estabilidad en la plaza de Pontevedra hacen que se estabilice en el cargo un Borja Jiménez al que se le ha visto poca mano para evitar la caída eterna y tendida de su equipo. La confianza en un técnico no debería depender de un resultado o de un gol que decante la balanza en un fin de semana aislado. Más allá del ruido externo, o es o no es el mejor preparado para llevar al Deportivo a Segunda División en las circunstancias actuales. Esa es la única pregunta a responder, aunque siempre hay que tener en cuenta el condicionante de lo poco que ofrece el mercado a estas alturas. Salvo nuevo viraje inesperado, el abulense acabará la temporada. La empezó y la terminará. Su proyecto, su veredicto.

Compartir el artículo

stats