Este año aún puedo darme el gusto, aunque alguien lo juzgue una necedad, de manifestar que hoy, 7 de abril, es mi cumpleaños. ¿Cuántos cumplo? Eso es lo de menos. Mis familiares e íntimos ya lo saben, y sean los que sean —solo facilito que con esta cara de bollo engaño sobre mi edad— ahora igual que en años pasados recibiré felicitaciones y parabienes que sinceramente agradezco; también si me llegan deseos del estilo “que podamos repetirlo muchas más veces”, aunque eso ya no está en nuestras manos. ¿Acaso podré repetirlo el 7 de abril del año que viene, y que además caiga en el día en que publico mi minuto? Difícil será. Quede claro que no invoco malos augurios, y que mi intención, hoy y ahora, es permanecer y gozar de los demás años que Dios quiera dejarme en este mundo. Por eso no está fuera de lugar que también reciba, cosa que ya agradezco infinito, junto con las felicitaciones alguna oración pidiendo al Excelso y Misericordioso Dios que me tenga tan feliz, como aquí estoy ahora, y también en el más allá, que eso ya lo sabemos todos los que vivimos confiados en la virtud de la esperanza, será la superfelicidad más completa, y además para siempre.