La Opinión de A Coruña

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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

¿Necesita la Unión Europea su propia fuerza de disuasión nuclear?

La invasión rusa de Ucrania parece haber dado renovada actualidad a una vieja cuestión en materia de seguridad europea: ¿Necesita la UE su propia fuerza de disuasión independiente o le basta el escudo protector de EEUU?

Con la salida del siempre insolidario Reino Unido, ya solo queda en el club europeo un país, Francia, con armamento atómico y un escaño permanente en el Consejo de Seguridad.

A mediados del siglo pasado, el primer canciller federal alemán, Konrad Adenauer, y su ministro de Defensa, el bávaro Franz-Josef Strauss, ya trataron el tema de una defensa colectiva con los Gobiernos de Francia e Italia.

Como recuerda el semanario Der Spiegel, en noviembre de 1957, Strauss firmó con sus homólogos francés e italiano un acuerdo secreto destinado a independizar a Europa militarmente de EEUU.

Pero aquel plan lo frustraría el presidente francés, Charles de Gaulle, quien, para enojo sobre todo de Strauss, decidió que Francia contase con su propio armamento nuclear sin compartirlo con sus socios europeos.

Los finales de los setenta y comienzos de los ochenta fueron los años del movimiento pacifista alemán con las multitudinarias protestas contra la llamada “doble decisión de la OTAN”: la instalación en Alemania de los Pershing II y misiles crucero estadounidenses en respuesta a los SS-20 soviéticos.

La oposición a ese rearme en el seno del propio partido socialdemócrata propició la caída en 1982 de su principal impulsor en el Gobierno, el canciller federal Helmut Schmidt, que perdió en el Parlamento un voto de confianza, y fue sustituido por el cristianodemócrata Helmut Kohl.

Hasta la actual guerra de Ucrania, destacados miembros del Partido Socialdemócrata alemán, entre ellos el jefe de su grupo parlamentario, se oponían a la compra por Berlín de de nuevos cazas que pudieran transportar armas atómicas.

Sin embargo, tras la invasión de Ucrania, la nueva coalición de socialdemócratas, verdes y liberales cambió de posición y se comprometió a adquirir cazas F-35 de fabricación estadounidense capaces de llevar a cabo un ataque nuclear contra territorio ruso.

El problema es que, pese a su orientación netamente atlantista, el Gobierno de Berlín no parece totalmente seguro de poder confiar en el futuro en el escudo nuclear norteamericano, sobre todo si es Donald Trump quien gana las próximas elecciones a la Casa Blanca.

Y es a la vez consciente de que Rusia tiene actualmente el cuarto ejército mayor del mundo y que, pese a las deficiencias de estrategia demostradas en la invasión de Ucrania, sigue siendo potencialmente muy poderoso.

Algunos estrategas alemanes llevan tiempo abogando por que Francia renuncie a su doctrina tradicional y acepte compartir su arsenal nuclear con el resto de los países de la UE, que no disponen de tal armamento.

El diplomático alemán Christoph Heugen, que fue durante años asesor de la canciller Angela Merkel y preside actualmente la Conferencia de Seguridad de Múnich, considera que la UE debería preocuparse mucho más de lo que ha hecho hasta ahora de su propia defensa.

“Tendríamos que tratar con Francia y otros socios europeos lo que estamos dispuestos a contribuir entre todos a una estrategia de disuasión común frente a Rusia”, declaró Heugen a Der Spiegel.

Alemania y otros países de la UE deberían contribuir al financiamiento de la “forcé de frappe” francesa a cambio de que París les concediese derecho de consulta tanto en la planificación como en la ejecución de un eventual ataque nuclear contra una potencia enemiga.

Pero incluso si París aceptase esa propuesta, lo que parece muy difícil en este momento, hay dudas entre los expertos de que la fuerza nuclear francesa, que cuenta sólo con cuatro submarinos en activo, sea suficiente para asestar un segundo golpe devastador a Rusia en caso de ataque nuclear de ésta.

Además, Francia sólo dispone de armas nucleares estratégicas y no tiene, a diferencia de Rusia y EEUU, otras de tipo táctico, que permitirían escalar y de-escalar un conflicto según el nivel de la respuesta del enemigo.

Para poder disuadir a un país como Rusia, hay que contar, según los expertos, con opciones flexibles, pues sin esa flexibilidad, Francia se vería obligada a responder con su arma más potente, lo que provocaría una respuesta rusa del mismo tipo, con el consiguiente peligro de destrucción de toda Europa.

A este tipo de consideraciones al borde del abismo nos ha llevado una guerra sangrienta y sin final previsible que nadie supo prever, nos perjudica a todos y que sólo beneficia a los mercaderes de la muerte y sus cómplices en los Gobiernos.

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