La Opinión de A Coruña

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Rosa Paz

¿Domesticar a Vox?

Dicen en el PP que el pacto de gobierno con la extrema derecha en Castilla y León les va a permitir domesticar a Vox. ¡Qué buenas intenciones! Si domesticarlo quiere decir que el partido de Santiago Abascal abandona sus postulados ultras y reconoce, por ejemplo, principios democráticos como la igualdad entre hombres y mujeres y respeta las leyes que tratan de avanzar hacia ese objetivo, incluida la de violencia de género, bienvenido sea ese proceso de amansamiento. Pero, no, nada hace pensar que eso sea lo que va a ocurrir. De hecho, lo que se vio el lunes en la investidura de Alfonso Fernández Mañueco es que el presidente castellano-leonés ha hecho suyas las propuestas de Vox. Una nueva ley de concordia frente a la de memoria histórica, una inmigración ordenada, en una comunidad que ha perdido 150.000 habitantes en 10 años, y la ley de violencia intrafamiliar. Según él, esta última norma será compatible con la de violencia contra las mujeres, que por cierto fue aprobada con el apoyo del PP, aunque la nueva ley viene a desnaturalizar la anterior, desvirtuando un problema que costó mucho incorporar al debate público y diluyendo la cuestión esencial, que es la de las agresiones machistas.

A Alberto Núñez Feijóo parecen gustarle las explicaciones de Mañueco y así lo ha ido manifestando en varias intervenciones públicas. Puede que incluso estén incluidas en algún argumentario interno del PP. Lo que no se sabe es si es que el nuevo líder popular es poco sensible a cuestiones como el maltrato y el asesinato de mujeres, esperemos que no, o si simplemente es consciente de que para llegar a la Moncloa necesitará a Vox y eso le mueve a ser pragmático. Porque de momento lo que está ocurriendo es que con la incorporación a su gobierno, el PP está contribuyendo a blanquear a la ultraderecha, otorgándole carta de naturaleza democrática y ayudando a que sus votantes no la vean como un elemento peligroso para el devenir de España. Debería tener cuidado Feijóo, no vaya a ser que al final el domesticado sea el PP.

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