La presidenta de la Comunidad de Madrid ve señales maléficas por todas partes, pobriña. Caprichosas nubes de estorninos dibujan oscuros rostros de Pedro Sánchez en el cielo azul beatífico de la ciudad de la libertad. El “sanchismo” la persigue. A ella, a su hermano y a sus amigos, ¡qué perversidad! A la familia no se la toca. Eso lo saben en cualquier mafia de tres al cuarto, y oigan, esto es un país civilizado, aquí las cosas están muy, pero que muy bien organizadas. Lo que tiene que estar sufriendo la presidenta, hay que hacerse cargo. Ella, que no hace más que bajar impuestos para el solaz de los madrileños, porque Sánchez es el coco de la Moncloa que viene a quitarle el dinero a la gente, y la gente debe tener libertad para gastar su dinero como prefiera. ¿Para qué van a invertir ahora en Sanidad o Educación si pueden pagarse un seguro privado o enviar a sus hijos a estudiar al extranjero cuando lo necesiten? Si es que es de sentido común.

El “sanchismo”, además, es de una ubicuidad paranormal. Está detrás de la persecución a la iglesia católica, ¿en qué cabeza cabe investigar todos esos casos de pederastia? Con lo que le gustan a ella los colegios de curas y monjas. Además, el “sanchismo” se propone “destrozar” la comunidad que ella preside al querer descentralizar instituciones estatales que, claro está, ninguna otra comunidad se merece albergar. Porque ninguna es tan española como Madrid y su presidenta.

Debe ser horrible vivir bajo esta maldición “sanchista” que la atosiga a todas horas. ¡Qué manía persecutoria la del presidente! La tiene tomada con ella, pero mucho cuidado, que ahora la mano negra del “sanchismo” ha llegado a los libros de texto de los alumnos de ESO y Bachillerato. La presidenta les echó un ojo así por encima y no vean el pérfido vocabulario adoctrinador que se encontró. Hasta treinta “conceptos ideológicos” que sibilinamente el “sanchismo” ha deslizado, como quien no quiere la cosa, entre los textos del currículo para que los pobres adolescentes caigan en las redes del lado malo de la historia. Pero no se preocupen, que ella misma, con inocente mano desadoctrinadora, se ha impuesto la santa tarea de eliminarlos, que para eso es presidenta y la mar de espabilada. Así que, a los alumnos madrileños, según la presidenta anunció orgullosa en una red social, no les arderán las pupilas el próximo año al leer conceptos como: “conciencia democrática”, “centralización”, “emergencia climática”, “ciudadanía ética digital”, “actitudes éticas esenciales de la ciudadanía del siglo XXI”, “compromiso con la sostenibilidad”, “La II República y la transformación democrática de España” y otras perlas parecidas.

Supongo que se habrán quedado ustedes de piedra, igual que la presidenta. Pero es que ella cobra un generoso sueldo, pagado con los impuestos que baja y baja, para dedicar su tiempo a tareas tan importantes como esta. Un ejemplo de compromiso e inteligencia. Gracias presidenta.