La Opinión de A Coruña

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Mónica Vázquez

‘Matrix’: el hogar de lo inesperado

Lo confieso: tenía miedo. Había oído hablar tanto de la película que me parecía haberla visto treinta veces. A pesar de haber realizado tremendos esfuerzos por mantenerme ajena al filme, los spoilers se filtraban por todas partes. Las redes sociales burbujeaban, los amigos no se podían contener las ganas de comentar la jugada, y los medios de comunicación se abalanzaban a publicar críticas, análisis, comentarios y resúmenes que arañaban mi voluntad de quedarme a oscuras. Aguanté todo lo que pude, pero sabía que llegaría el día en el que vería Matrix Resurrections y me convertiría en una más de esas innumerables voces que gritan sus emociones al vacío estático que es internet.

Lana Wachowski nos lleva de la mano en un viaje por el tiempo, cosechando una historia que desafía la trillada fórmula que usan las franquicias para volver a la gran pantalla una y otra vez. Matrix Resurrections, ahora disponible en HBO Max, es una aventura llena de guiños de complicidad hacia el espectador, que recuerda cómo fue y lo que significó ver la primera película de Matrix. Un producto escrito y dirigido para su público en concreto, dejando de lado las expectativas generales del mercado narrativo. No pide permiso, y no pide perdón: Matrix Resurrections viene para darnos lo que queríamos y no nos atrevíamos a pedir. Es un ejercicio de nostalgia lleno de imaginación, cariño y sentido del humor. No se toma demasiado en serio, pero tampoco peca de frivolizar la institución del cine que son y que han sido siempre las películas de Matrix. Neo vuelve a enfrentarse al dilema de la primera película, decidiendo entre una difícil y cruda realidad y la acogedora y fiable ficción en la que vive atrapado, condenado a crear un videojuego que recoge todos sus recuerdos, encarcelando su concepto del ser. Matrix Resurrections hace un magnífico trabajo al ofrecernos la oportunidad de volver a vivir la belleza de las preguntas que nos persiguieron hace años, quitándole el polvo a la sensación que nos dejó ver a Neo elegir la pastilla roja.

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