Debemos a Heráclito una de las mentiras piadosas más grandes de la filosofía, la de que no nos bañamos dos veces en el mismo río; una consolación que hace a Heráclito un paráclito de veras ejerciente. El pasado sábado por la mañana un culto amigo justificaba la inquietud que denotaba su voz diciendo que al no ser yo un futbolero pasional no podría entender que se sintiera en capilla. Al anochecer la extraña victoria del Real serenaría su ánimo, pero el calendario emocional se repite año tras año, igual que los distintos torneos y ligas con sus ascensos, descensos o permanencias, los exámenes, las fiestas y celebraciones, las cuentas sociales, la declaración al Fisco, las vísperas vacacionales, las olas de calor y la feracidad de las plantas. Todo con un puntito de novedad para hacernos creer, con la bendición del paráclito Heráclito, que algo acaba, algo empieza y nada se repite.