La Opinión de A Coruña

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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

El Papa, Brzezinski y la guerra de Ucrania

Hablaba el Papa el otro día de la posibilidad de que la guerra de Ucrania hubiese sido “provocada o no evitada” por un interés en “probar y vender armas”.

No sé a qué se refería exactamente Francisco, pero no me parece en todo caso que un libro escrito hace años por el que fue consejero de Seguridad Nacional del presidente de EEUU Jimmy Carter haya recibido la atención que merece.

En ese libro, titulado El Gran Tablero: la Primacía americana y los Imperativos geoestratégicos, Zbigniew Brzezinski, él mismo de origen polaco, afirmaba que “sin Ucrania, Rusia dejaría de ser un imperio”

Y añadía que con “una Ucrania sobornada y subordinada”, Rusia se convertiría precisamente en eso que EEUU debería tratar por todos los medios de evitar.

“El objetivo definitivo de la política (norte)americana debería ser benigno y visionario, tendente a forjar una comunidad global verdaderamente cooperativa”.

Pero mientras tanto, y aquí viene lo importante, era “ indispensable impedir la emergencia de un rival euroasiático capaz de dominar Eurasia y desafiar a América”.

En aquel libro, publicado en 1997, Brzezinski se refiere a la guerra hispanoamericana de 1898 como “la primera gran guerra de conquista” de su país ya que “proyectó por primera vez el poderío americano hacia el Pacífico, más allá de Hawái hasta las Filipinas”.

La posterior construcción del canal de Panamá iba a facilitar, según Brzezinski, el dominio naval de dos océanos: el Atlántico y el Pacífico.

Y es que mientras en la Unión Europea hablamos, un poco hipócritamente, de “valores”, tanto EEUU como Rusia, los dos grandes imperios de la Guerra Fría, siguen pensando en intereses geoestratégicos y en esferas de influencia.

Y Estados Unidos ha conseguido gracias precisamente a la invasión de Ucrania por órdenes del autócrata ruso, Vladímir Putin, precisamente algo que llevaba tiempo pretendiendo: que sus socios de la OTAN acepten aumentar considerablemente sus presupuestos de defensa.

Lo ha conseguido incluso con el país más difícil, Alemania, que, por su pasado belicista, se había mostrado siempre reacia, anteponiendo a todo sus intereses mercantiles y el mantenimiento de las buenas relaciones comerciales con Moscú.

EEUU se ha propuesto, entre otras cosas, doblar los efectivos militares que tiene actualmente en Polonia y seguirá proporcionando “ayuda militar” a los nuevos socios de la OTAN, lo que no puede sino crear más inestabilidad en la frontera este de Europa.

Elliott Abrams, conocido “halcón” que tuvo un papel clave en los conflictos centroamericanos de los años setenta y ochenta del pasado siglo y al que condenó la justicia estadounidense a raíz del escándalo Irán Contra, abogaba últimamente por un incremento aún mayor del presupuesto militar de EEUU.

En su opinión, el Gobierno de Washington debía aumentar sus fuerzas convencionales en Europa, el número de aviones y de barcos además de carros de combate, como se hizo durante esa Guerra Fría que el complejo militar industrial parecía echar de menos.

El periodista estadounidense Chris Hedges, que trabajó para The New York Times en Oriente Medio, denunciaba recientemente en un artículo publicado en Scheerpost la doctrina de “guerra permanente que dominó nuestras vidas durante la Guerra Fría y vuelve a hacerlo ahora”.

En su artículo, de tono casi apocalíptico, el veterano periodista y premio Pulitzer advertía de que va a acelerarse la crisis climática, ésa que antes parecía preocuparnos tanto y hoy hemos de pronto olvidado, los pobres se verán aún más abandonados, China y Rusia serán el nuevo “eje del mal” y “todo disenso se considerará traición”. Algo que hemos viendo en esta guerra.

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