Hace algún tiempo, la profesora de la asignatura optativa de Estadística de Primero de Bachillerato en el IES Agra do Orzán me comentó que un grupo de alumnos estaba buscando tema para un estudio que pensaban realizar. Esos mismos días, algo después, una de tales alumnas me habló de ello. “Bueno, en este barrio yo orientaría dicho trabajo a dos cosas. Por una parte, a la demografía, ya que se trata de una de las aglomeraciones humanas más importantes de Europa en términos de densidad, o la que más”. Y, por otra, a la diversidad. Y es que entrar en el IES Agra do Orzán, igual que en todo el barrio, significa hacerlo, a la vez, en montones de nacionalidades, muy diversos países de origen de alumnos y alumnas o de sus padres, de interculturalidad y de respeto a dicha riqueza humana y cultural. Ahí terminó mi magra contribución al proyecto. Los chavales lo valoraron, se pusieron manos a la obra y, con su profesora a la cabeza, hicieron lo que hicieron...

¿Y qué pasó? Bueno, pues mucho y bueno. Entre otras cosas ganar un Premio Nacional, en Toledo, por el resultado de su investigación. Pero... vayamos por partes. Porque lo primero fue presentarse al XII Concurso Incubadora de Sondaxes e Experimentos, a nivel de Galicia, organizado por la Sgapeio —Sociedade Galega para a promoción da Estatística e da Investigación de Operacións—. En dicho concurso, el trabajo de Flor, Pablo, Eduardo e Isabel, Onde caben dous, caben cinco, ganó el primer premio.

Y allá se fueron, a Toledo a la Fase Nacional. Allí la SEIO, Sociedad de Estadística e Investigación Operativa, era la anfitriona. Y el certamen Incubadora de Sondeos y Experimentos tuvo como protagonistas a los chicos y a María Ángel Martínez, su profesora. Lo demás ya lo saben, porque se lo he contado en el párrafo anterior. Ganaron, con otros tres premios ex aequo, el Primer Premio. Y no solamente eso, sino que el jurado calificador les dijo que, tanto por la exposición del trabajo como por su contenido, les habían sorprendido. Algo que me consta de primera mano que también ocurrió en la fase previa, en Galicia. Y es que los chavales trabajaron bien, lo contaron bien, y hasta diría que disfrutaron haciéndolo. ¡Genial!

Les escribo estas líneas en mi último día de trabajo en el instituto del Agra del Orzán. Y me consta, por esta experiencia y, sobre todo, por etapas profesionales previas, que es un territorio que hay que potenciar y al que dar oportunidades, pero también al que hay que ilusionar y poner en el foco. Saben que estuve presente en la génesis o el desarrollo de algunas de las infraestructuras del barrio, y también próximo a su tejido asociativo. Eran los tiempos del Urbana-C de la Unión Europea, de la cesión por cincuenta años, por parte de Cáritas, de lo que hoy es el Novo Boandanza y de la puesta en marcha del Ágora, ese bello contenedor de Luis Rojo que ya había sido gestado e imaginado mucho antes por anteriores corporaciones. Y es por eso que esta oportunidad de ver desde la perspectiva de la docencia y la educación a este grupo humano me ha enriquecido, complementando mucho de lo vivido anteriormente. Y doy gracias por ello.

Tomaba café el otro día con alguien muy a pie de obra de las políticas sociales en la ciudad y, específicamente, en el Agra do Orzán, y coincidíamos en que es importante un enfoque interdisciplinar, muy abierto, que busque por encima de todo el empoderamiento de las personas y la construcción cívica en la zona, dándole una importancia máxima a ese cruce de culturas, sensibilidades, trayectorias y caminos que representa. Y tratando de aportar cada día un poquito más a ese proyecto nunca soñado en la ciudad hace unas décadas. Por otra parte, también hace poco hablaba con personas del tercer sector que quieren potenciar su trabajo de mediación intercultural en la zona, con un enfoque especialmente educativo. ¡Bravo! Y es que la educación, en todas sus vertientes, nos hace libres. Nos prepara como ciudadanos y ciudadanas y nos protege frente al abuso, el engaño, la manipulación y ese aburrimiento tan peligroso que lleva a situaciones tan límite como las adicciones o la baja autoestima, que siempre nos acechan. Tengamos claro que el conocimiento nos refuerza y nos protege. Y la educación, de toda índole, es su herramienta.

Por todo ello es más importante aún, si cabe, lo que han escrito y presentado Flor, Pablo, Eduardo e Isabel en Toledo. Pone al Agra do Orzán encima de la mesa. Cuenta su historia, escrita desde el punto de vista de las características de sus muy variadas gentes. Y nos involucra a todos los demás en ella. Hacen estadística, sí. Hacen ciencia orientada a lo social. Y una y otra van de la mano, se refuerzan y se proyectan.

Les he sugerido que hablen de su trabajo en la ciudad. Que lo presenten en algún foro local. Que lo divulguen. Ahora se ha terminado el curso, y todo es un poco más complejo en ese sentido. Pero me gustaría que su trabajo y el de su profesora no caiga en saco roto. Que se recupere más adelante, y que las singulares características de ese pedacito de Coruña puedan conocerse bien, valorarse y servir para construir su imaginario, piedra angular de cualquier proyecto de potenciación, regeneración y compromiso con un territorio. Es importante que estos chicos y chicas den ejemplo ante otros estudiantes, contribuyendo a excitar la curiosidad y las ganas de saber, de interpretar y modelizar la realidad y de disfrutar con ello.

He puesto en un par de cajas mis libros. Aquí termino. Mis recuerdos, eso sí, quedan en mi corazón y en el de otras personas y personitas de la comunidad educativa del Agra do Orzán. Seguimos caminando... Vuelvo a levar anclas, rumbo a un mañana diferente. ¿Dónde? ¡Quién sabe! Se trata de andar, no de llegar a la meta.