La Opinión de A Coruña

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Pedro de Silva.

Ataque al bañista oportunista

Antaño estaba prohibido el desnudo en la playa y había que llegar al agua con caseta de ruedas, luego, tras un periodo de cierta libertad, le empezaron a achicar espacios al bañista cerrándolo en corralitos entre zonas de corrientes o peligros, salida de embarcaciones, surfistas, tablas a remo y motos acuáticas. Ahora en alguna playa no lo dejan orinar en el mar, y ya se sabe lo contagioso que es prohibir. Si la medida se impusiera y se lograse hacerla cumplir (por ejemplo exigiendo el uso de bañadores con reactivos químicos urticantes) se iría despoblando la franja multicolor de bañistas que hermosea la orilla de nuestras playas, pues como es sabido un alto porcentaje de usuarios (el 90 % de los que solo entran hasta la cintura) interrumpe la insolación y se mete en el agua con esa única finalidad, aunque después de hacerlo disimule salpicándose un poco como para refrescarse.

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