La Opinión de A Coruña

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José Manuel Ponte

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Los señores de puro y chistera

En unas declaraciones a un periodista de toda su confianza, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reveló que su partido, el PSOE, estaba siendo atacado por “poderes ocultos” que maniobran para sacarlo del poder. cuanto antes. “Quieren que los progresistas nos demos por vencidos, pero no lo haremos”, dijo al tiempo que reconocía a las terminales políticas y mediáticas de esos “poderes ocultos” una gran capacidad para desmovilizar al electorado progresista. Preguntado por la identidad de esos poderes ocultos, Sánchez se puso a dar un largo paseo por los cerros de Úbeda y acabó por señalarlos como esos señores de puro y chistera que nos dibujan en los cómics.

En las historietas del Pato Donald, el Tío Gilito era el millonario obsesionado con la riqueza. Y en las páginas de La Codorniz, que se autoproclamaba la “revista mas audaz para el lector mas inteligente”, se representaba a los poderosos siempre con puro y chistera, aunque cada cual con su estilo propio, como corresponde a la amplia nómina de talentos de aquella legendaria publicación que cultivaba la sonrisa en medio de la adusted franquista.

Tengo memoria de los señores de puro y chistera que dibujaban Chumy Chúmez, Abelenda, Tono, Forges y el marqués de Serafín, que hacía salir de su lápiz mágico unas descocadas marquesas y unos viciosos aristócratas que bebía champán en el zapato de sus compañeras de juergas. Y también de Mena, que me hizo un original tarjetón de boda. Sobre un fondo de intenso color rojo se recortaba una figura de puro y chistera hecha con papel de periódico que supuestamente era el novio cogiendo el elefantito que tanto me ayudo a debutar en el periodismo. La figura de la novia también estaba recortada en el mismo material, aunque Mena, de su cosecha, añadió en una esquina “Por José Manuel Ponte”, que es con lo que firmo mis artículos. Hoy todo esto podría ser criticado por machista pero a mis hijos, Jacobo y Laura, el tarjetón les hace gracia.

Visto desde una perspectiva moderna, la alusión de Sánchez a los señores de puro y chistera huele un poco a rancio. Por varios motivos. Chistera, salvo en una boda real o en Gran Bretaña (que son muy tradicionales) ya ni se lleva ni se ve. El puro, en cambio, ha sobrevivido a las campañas contra los peligros del tabaco y todavía sirve como objeto de regalo.

¿Quién le dice que no a una caja de habanos? Ni siquiera los que, como yo, no fumamos desde la infancia. Cuídese Sánchez de usar el puro para identificar, metafóricamente, a los ricos. En su mismo partido, tenemos el caso de Felipe González, gran aficionado a los buenos habanos desde que los hermanos Castro se los enviaban seleccionados. En cuanto a la identidad de los poderes ocultos, o en la sombra, no hay que esforzarse mucho en buscarlos. Basta con consultar el Directorio de Empresas y el Anuario Financiero. Los ricos ya no se ocultan. Y cuando ejercen de oligarcas, mucho menos.

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