La Opinión de A Coruña

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Ferrán Monegal.

Los que mejor aplauden

He seguido con mucha atención la buena cobertura que le dieron al debate del estado de la nación en La hora de La 1 (TVE-1), ayer por la mañana. En la llegada de los diputados al Congreso, esa síntesis de alfombra roja y photocall de l@s polític@s, la criatura más buscada por las cámaras fue Alberto Núñez Feijóo. Le buscaban para saber si iba a intervenir en el turno de réplica tras el discurso del presidente Pedro Sánchez.

Consiguió acaparar toda la atención sin mover un músculo ni decir ni una palabra. Es un planteamiento escénico excelente, sacado seguramente de los Don Tancredo, los grandes quietistas de la tauromaquia. En los años 90, en el concurso El Grand prix del verano, se invitaba a los concursantes a hacer de dontancredos ante las vaquillas, y el público disfrutaba. Pero al margen de esta llegada y paseíllo de diputad@s, lo fundamental para el buen desarrollo televisivo del debate fueron los aplausos.

¡Ah! El aplauso es básico. Sánchez estuvo hablando durante hora y media sin parar. Es tremendo. No se puede mantener la atención de los que están mirando la televisión, durante un tiempo tan largo, si no se recurre a los efectos especiales. Romper a aplaudir, de manera intermitente, pero constante, es un efecto especial fundamental para fluidificar el seguimiento del orador, y además le da unos segundos para tomar resuello, y dosificar el tono, timbre e intención de sus palabras. En los buenos tiempos del Paral·lel había un bar junto al Arnau en donde el jefe de claca facilitaba entrada gratis —y a veces hasta un bocata— para las revistas de Colsada a cambio de aplaudir a rabiar cada chiste y cada número musical.

La claque del Congreso son los diputados del partido de cada orador. No hace falta regalarles ni una Fanta: su aplauso va con la soldada de su cargo. Pude ver en esa matinée, por la parte del Gobierno, que Nadia Calviño aplaudió muy bien, pero el mejor, sin discusión, fue Miquel Iceta. Tiene una forma de aplaudir a Sánchez, tan hermosa, tan entusiástica, que a veces parece que en lugar de estar en el Congreso estamos en el programa Polònia. Por la parte del PP, el que mejor aplaude, de largo, es Rafael Hernando. Ahora está colocado en el Senado, pero el jefe de claca de Génova le da entradas para el Congreso, porque sabe que cuando sale Cuca Gamarra solo él es capaz de aplaudir hasta romperse las manos.

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