La Opinión de A Coruña

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Juan José Millás

El trasluz

Juan José Millás

Eres un inconsciente

Si lo piensas, resulta increíble el número de personas que se preocupan por tu bienestar. Está el gobierno, desde luego, con sus 22 ministerios que abarcan prácticamente todos los aspectos de la existencia, desde el trabajo que tienes o del que careces a los productos de los que te alimentas, pasando por tu economía, tu cultura y quizá también tu religión. Pero, por si el gobierno falla, ahí está la oposición, más interesada que el gobierno, si cabe, en que las cosas os vayan bien a ti y a tu familia. Feijóo, por ejemplo, se muestra obsesionado por cubrir los aspectos en los que Sánchez falla o podría fallar. Pero lo bueno es que no disponemos sólo de una oposición, sino de varias, atentas todas a ver qué nos falta o qué nos sobra para que ni el exceso ni el defecto alcancen niveles patológicos. Hablamos de un verdadero ejército de seres humanos cuyo empeño, desde que se levantan hasta que se acuestan, no es otro que el de garantizarnos la estabilidad física, económica y social precisa para la existencia diaria. Y todos esos seres humanos tienen repuesto, por fortuna, de modo que, si se dan de baja un secretario de Estado, una portavoz, una fiscal general o un ministro, se les busca un repuesto antes de que nos enteremos para que no se produzcan vacíos de poder. Hasta la monarquía, tratándose de una institución tan particular, tiene previstos mecanismos sucesorios automáticos, de modo que si falta el número uno, llega el dos, y si falta el dos aparece el tres. Pero si llegara a faltar el tres, que ya es difícil, ahí está Froilán como garantía de que esa cadena de seguridad es irrompible.

Te pones a pensar en la organización de la que nos hemos dotado y es como para no creérselo. Y hasta ahora solo nos hemos referido a las piezas que conforman la maquinaria del Estado. Pero hay más gente interesada en que te vaya bien: la patronal, sin ir más lejos, a la que tanto angustiaba, ¿recuerdas?, que la subida del salario mínimo se tradujera en una pérdida de empleos. De modo que deja ya de lamentarte, muchacho, muchacha, hombre mujer, súmate a la corriente general, empuja un poco tú también. Ya sabes por qué te han subido la hipoteca: porque estabas calentando demasiado la economía por comprar a ciegas con la tarjeta de crédito. Inconsciente, que eres un inconsciente.

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